veguellina

E s su mes, su particular historia, la forma más importante de vender una imagen al exterior. Julio ensalza a Veguellina de Órbigo por encima de cualquier otra fecha del año, como si el verano llegase con aires renovados y algo diferente que contar. Aunque en realidad es lo mismo, pero con matices. Y lo cierto es que funciona como un reloj suizo. Porque sólo así se entiende que edición tras edición cobre fortaleza su ya legendaria Feria Agroganadera y del Ajo, esa que es capaz de quedarse sin existencias a las pocas horas de ponerse manos a la obra, esa donde nadie se siente extranjero y en la que casan tan bien el pulpo, el escabeche, los embutidos o un buen vino. Es esa feria la que de nuevo se echará a la calle este domingo para rendir honores a su producto estrella y mostrar, una vez más, que cuando las cosas se cuidan la gente responde.

Todo bajo la protección de la Virgen del Carmen, que no será una espectadora más, sino que regala toda una semana de actos festivos para propios y también para aquellos que regresan a sus raíces o escapan del mundanal ruido.

La artesanía y los productos de la zona, así como las asociaciones del municipio tendrán «más relevancia que nunca», adelantó el alcalde de Villarejo de Órbigo, Joaquín Llamas, durante la presentación de un evento que alcanza ya su vigésimo octava edición. Todo bien ordenado, todo presto a sorprender. Los comerciantes lo saben, y por eso se vuelcan con cada cliente, para que ningún detalle quede suelto. «Con esta feria pretendemos además poner el valor todo en lo que en el municipio se hace y por eso serán dieciséis las asociaciones que podrán mostrar la actividad que desarrollan durante todo el año», insistió Llamas.

Y no miente el máximo regidor. Tanto Veguellina como el resto del municipio se vuelca con la poesía, con las motos, con el cine, con las exposiciones, con el ocio al aire libre, con las orquestas, las noches de verbena y los bailes vermú. Siempre hay algo nuevo que hacer, una historia que escuchar. Pocos como Veguellina saben diversificar tan acertadamente sus recursos, por eso y por muchas otras razones, no visitar la localidad este domingo o el resto de la próxima semana —donde celebra sus fiestas patronales— sería un error imperdonable. Y no lo digo yo, lo dicen los cientos de personas que se guardan el 16 de julio para aprovisionarse de ajos, para recorrer los puestos artesanos o para darse un paseo por su historia.