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DESTINOS

La propuesta del Ronchito

León envuelto en papel. Sabor de aquí, nombre de aquí, idea de aquí. Los ronchitos, el caramelo que se ‘roncha en la más pura denominación leonesa, se reinventa. Ahora se ha convertido, también, en turrón para tomar en caramelo, sea o no Navidad. Turrón con sabor a Ronchito

El legendario caramelo Ronchito, creado en 1950, en plena postguerra por el industrial leonés Ángel Santos, se reinventa ahora sin desaparecer. Caramelos Santos acaba de crear el Turronchito, una mezcla de Ronchito y turrón con ambos sabores a la vez.

León

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Tiene historia este caramelo que representa a León, que es dulce y amargo, tierno y crujiente, que se puede chupar pero sabe mucho mejor masticado, de sabor leonés, invento de un leonés y con nombre de aquí.

Lleva casi 70 años en boca de todos. Ronchito, el caramelo que roncha, que se trocea en los dientes y es entonces cuando saca todo su sabor, la golosina mítica en León, que se exporta como regalo para el paladar a quienes vienen de afuera porque es único, se reinventa en una nueva propuesta sin desaparecer: el Turronchito.

Un sabor conocido con otro toque sale de la fábrica de Caramelos Santos casi siete décadas después de que Ángel Santos, el creador del Ronchito original, burlara la escasez de la posguerra con una argucia de cocina de las madres de antes: derretir caramelo a fuego lento, la forma ancestral de hacer un dulce, y enroscarlo en un palo o una cucharilla. En su casa, le añadían, si se podía, algún fruto seco.

Ese recuerdo infantil de épocas de penuria le inspiró para un caramelo universal a base de azúcar fundido, cacahuete, cacao y dedicación. Mucha, porque probó decenas de fórmulas antes de llegar a esta receta sencilla y magistral.

Cuentan que se lo pensó menos para el nombre porque al partir el caramelo en la boca, se ‘ronchó’., otro recuerdo de niñez, un verbo leonés que se utiliza para describir la manera en que algo se deshace al romperlo con los dientes.

En su fábrica del callejón de Padre Isla, ahora Joaquín Costa, fabricó miles de ronchitos con pocos medios, mucho esfuerzo y un gran empeño por hacerse un hueco en la maltrecha industria caramelera, diezmada por la Guerra, y en la paupérrima economía provincial, destrozada por el enfrentamiento civil.

Apenas había materias primas y el azúcar era un bien de lujo. Negro, con piedras, difícil de encontrar. Por eso, el caramelo de Ángel Santos debía de ser fácil de hacer y, sobre todo, barato. Apenas había industria alimentaria y la maquinaria era otro bien de lujo, así que el Ronchito se creó como un producto artesanal, pensado para ir directo al recuerdo de quien lo probara, un sabor que fuera difícil de olvidar.

Tuvo éxito. Y era tan diferente, que pronto se le añadió la coletilla ‘de León’. Después, vino el eslogan más celebrado durante varias décadas en la provincia. ‘Rico, rico, caramelo Ronchito’.

Ahora, se reinventa. En un envase que simula una tableta de turrón que contiene dentro caramelos de Turronchito, el sabor de siempre con un toque del afamado postre de origen árabe en la vieja Al-Ándalus que popularizaron los artesanos de Alicante y Jijona. Una pequeña joya gastronómica que Caramelos Santos, sucesores de aquel leonés pionero, quieren convertir en otro producto con corazón de León.

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