La nieve donde el fuego

Nieva mientras escribes. También estará nevando en la vertiente norte del Morredero, en la Tebaida, sobre Compludo, sobre el arroyo Miera y el río Meruelo, sobre el pindio ramal que tú bajaste hace escasos días, desde el Acebo hasta la Herrería, sin sol, para ver el fuego.

Cuánta belleza la del Silencio en jardín salvaje. Cuánto hermetismo en las plegarias de la tierra dadas al cielo a través del árbol: robles, alisos, nogales, castaños, encinas… Voz ardiendo.

Enarbolando las faldas del valle, los copos estarán poniendo miriñaques blancos sobre las copas que antes fueran enaguas pardas.

Tras diafragmas de puntos, en lejanía, te ves callando, traspasando sombra y matojos -claustros dentro de claustros- reviviendo el vuelo del ave negra que se alejó del tronco herido hacia el celaje oscuro.

Te ves descendiendo a lo profundo, útero prístino, hacia la fragua, hacia la ennegrecida piedra que también calla sueños perdidos de capiteles, orar de monjes, mitos e historias de batir de espadas.

Te ves caminando comprendiendo al reguero, cristal y oro, que va al ritual iniciático del encantamiento: a ser aire que aviva brasas y riqueza oculta. Vas paralelo al agua que discurre por un canal hasta embalsarse en el banzao; hasta donde el herrero, demiurgo, abriendo y cerrando compuertas, la convierte en fuerza y magia; hasta donde se pone en marcha el rodezmo, la rueda hidráulica que articula la gran viga de roble -árbol muerto-, que sirve de palanca para el mazo pilón golpeando el yunque, forjando el hierro.

Recuerdas. Cruzó fugaz la salamandra. Cerraban la herrería temporalmente por ser invierno. A la tarde volviste ladera arriba. Llama inestable. Prometeo llevando el fuego en su mirada. Sin humo. Una amalgama de luces heladas parecía abrasar la tierra, a veces utensilio, a veces arma.

Y ahora, bajo la misma nieve, creas un centro, fraguando a solas palabra y latido. Sonido sagrado sobre metal. Compás de sílabas. Arde lo blanco donde lo negro. Se hiela lo negro donde lo blanco. Claridad crepitando. S?angre entregada.