LUGARES FIGURADOS LUIS CARNICERO, arquitecto y poeta
Formas como cobijo
Trabajos arqueológicos, esforzados y valiosos, vuelven a la luz la poética del morar: asentamientos humanos que Maleza ocultó tras caminos perdidos y rastros borrados. Y te emociona cuando en ellos descubres la demiurgia de la elección del lugar, la Idea fundacional del hombre.
Por eso volviste a La Ercina, al Castro vadiniense de la Peña, de la Edad del? Hierro. Cielo claro, frío débil, nieve ida… signos. Cuenca olvidada, robles, piedras… símbolos. Todo te encauza desde Los Campos a los farallones calizos, en suave subida hacia el norte, sorteando la salida natural de las aguas, cruzando La Hoz.
Por la antigua calzada romana, en tramos todavía empedrados, y en otros con vestigios de ruedas de carros aún en la roca, ibas reviviendo Mitos y Ritos ascendiendo al oeste, al Peñón. Caminabas entre Lejanía e Historia.
En lo alto entendiste aquel valle elegido, protegido de los vientos, orientado al sur, coronado su eje por las ruinas de una ermita. Y te imaginaste al Chamán, que aprendió de los árboles el concepto de choza, descendiendo desde la cumbre para trazar ante la tribu un círculo en la tierra, reflejo del cielo. Y te encontraste proyectando vacíos sobre los que se vislumbraban vidas. Nombrar vivo: piedras apiladas como cercas de defensa; o erigidas como hogar; o elevadas como puerta; o extendidas como escaleras… Piedras-colores. Cielo y tierra en lo Uno, contemplándose.
Cuerpo-labor, arraigo-recuerdo, alma-leyenda. Capas de sombra en la pradería denotaban la montaña escombrera del carbón que fuera motor comercial de la zona. Ahora lo cubre la hierba.
Mediste recintos, niveles, murallas, círculos de muros, triángulos de techados, cuadrados de salas, fósiles pentagonales de módulos de manos y de flores yacidas. Rojos, amarillos, azules, violetas… Sangre, sol, cielo, ocaso… Espacio, fuego, seres, materia… Apariencias del cómo de las que se valen las estaciones y el hombre para fundir cosas y cosechas.
Origen y Arte. Allí, las aspiraciones humanas del construir, habitar, pensar, quedaron para siempre grabadas. En la mirada acaso una orquídea. Y, de fondo, Dios.