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Ecología y honestidad

Comprometido con la naturaleza y respetuoso con la herencia recibida, Jorge Vega hace bandera de su personal manera de entender la viña y el vino: honestidad, transparencia y respeto a la salud del consumidor.

Una de las viñas de Jorge Vega en primer plano de una impresionante imagen de primavera de gran parte del Bierzo vitícola.

Publicado por
B. Fernández
León

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E laborar mencías —y godellos— sin sulfitos añadidos, es decir con menos de 10 miligramos por litro de anhídrido sulfuroso total, incluyendo el envejecimiento en barricas de roble durante al menos nueve meses, es el reto que se impuso en su día —y defiende hoy con mayor ahínco— quien inspira y desarrolla el proyecto Puerta del Viento Organic Wines. Jorge Vega García, enemigo declarado de esa sustancia derivada del azufre usada como conservante, antifúngico, antimicrobiano y antioxidante, pero dañina para la salud de las personas, es por el contrario, y así se define a sí mismo, «una referencia del vino ecológico» entre los elaboradores bercianos. Fiel a esas convicciones desde que se inició en la actividad, no se desvía un ápice de los principios que lo llevan a elaborar «vinos con cuerpo y alma» a partir del respeto por el futuro de la tierra como compromiso esencial, la fe de las variedades autóctonas y el trabajo realizado con honestidad, transparencia y mucha, mucha pasión.

La base de esa actividad son las 2,2 hectáreas de viñedo propio que tiene en dos ubicaciones privilegiadas: en Pieros, justo a la vista de la Puerta del Viento, la situada al oeste del Castro de la Ventosa y que da nombre a su bodega, y en Canedo, sobre una propiedad total de siete hectáreas que adquirió en su momento, pero que básicamente es un bosque susceptible de mejor uso. Es viñedo viejo, en vaso, pero también joven —de entre 15 y 30 años— dispuesto en espaldera. Hay allí Mencía, Syrah, Godello, Doña Blanca... lo que podría haber en cualquier otra viña del Bierzo, pero con muchas posibilidades desde el aspecto enológico, pero que por su aislamiento se han mantenido ajenas a cualquier efecto dañino e indeseable para quien antepone el respeto a la naturaleza y la ecología a cualquier otro interés.

«Vigneron independiente» también en su propia definición, Vega impone a todos sus vinos la etiqueta de ecológicos y carentes de sulfitos, vinos naturales que de alguna manera conectan su interpretación del proceso elaborador con la más arraigada tradición berciana. «Hay mercado para esos vinos, empieza a haber cartas especializadas en los restaurantes y crece la demanda», afirma. Y para eso no hace falta ir muy lejos: la presencia de sus vinos, no sólo en el Bierzo sino también en puntos concretos de la provincia y en restaurantes y vinotecas de la capital, es ya visible. Su inquietud apunta ahora a elaborar uno con Doña Blanca y otro de mezcla natural de variedades, tal y como están en la viña, lo que toda la vida fue un coupage natural.

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