LUGARES FIGURADOS LUIS CARNICERO, arquitecto y poeta
Silbidos en los montes
Te echas a andar, en Abelgas de Luna, con el sol encendiendo muros, portones, callejuelas rendidas… con imágenes de huellas-raíces ahogadas en el Pantano y de caminos de trashumancia casi olvidados: del cordel de Babia que comunica los puertos con la Cañada de la Vizana.
Desde la Ermita-ofrenda de los Pastores vas paralelo al río Pereda, y pasas un puente. Bajan escondidos arroyos entre huertos, majadas, refugios-vacío…. Los matorrales presagian el invierno con genuflexiones. Viendo -al sur- la cuerda de Sierra de la Filera, marchas hacia el suroeste, hacia el Llano la Fuente, para llegar al Collado del Remansadero, donde los caballos dulcifican la mañana con su quietud.
Encaminándote luego al este, atravesando marañas-escobas, asciendes a Peña Forada. Cuánta belleza sola al penetrar en la cueva-trasluz, y, ya en la cima de Peña Castillo, cuánta bella soledad en lejanía: el Alto de la Cañada entre siluetas-cumbres bullendo bajo los celajes como apagados cirios que derraman-petrifican cera caliza; y las arboledas diciendo del agua —bajo el vuelo del milano— su geometría-temblor.
Vas leyendo en el paisaje la aspereza de las cimas hacia la picuda Peña Negra, y después los signos de encendidos rebollos hacia la ovalada Peña Viesca… Piensas, subiendo y bajando, en la inmensidad desaprovechada de pastos, lamentando prados ya sin veredas: paradojas-despoblación.
Ya ?en la campera, siguiendo el arroyo de Campohermoso, caminas entre escenarios-senda donde parece que hay Ángeles esperando la Nieve. Cerca de Salce -que aún conserva el veceo- encuentras unos mastines-cachorros, y los imaginas con sus carlancas, junto a careas, agrupando merinas. Y sueñas, entre Babia y Omaña, que llevas un cuartal en el fardel, y que eres pelliza-figura arrebujada-detenida, apoyada en un cayado, bajo nubes-algodones rubianas del atardecer, ante horizontes verdecidos. Y te parece sentir el Verbo de la Gran Noche otra vez cercano.
Sí, acaso se volverían a oír silbidos en los montes; acaso regresarían los pastores -atentos al cielo- para ser los primeros en comunicar que tornaría la Estrella, que volvería entre cantos a nacer la Luz.