Diario de León

Los monumentos al minero en león

Dentro de la variedad de monumentos históricos que descansan a lo largo y ancho de la provincia destacan tres ideas que, a veces simples ilusiones, definen, en buena medida, los ejes que vertebran la propia realidad leonesa: peregrinaje jacobeo, agricultura y minería

Arriba Bembibre. Ángel Muñiz Alique plasmó en piedra esta figura minera, que se inauguró el día de Santa Bárbara de 1974. En la imagen del medio se muestra el monumento al minero situado en la localidad de Fabero, obra de Higinio Vázquez. Abajo, Torre del

Arriba Bembibre. Ángel Muñiz Alique plasmó en piedra esta figura minera, que se inauguró el día de Santa Bárbara de 1974. En la imagen del medio se muestra el monumento al minero situado en la localidad de Fabero, obra de Higinio Vázquez. Abajo, Torre del

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Si es cierto que León no es generoso en el reconocimiento público a sus hombres, plasmado especialmente en piedra o bronce, este sentimiento sí se hace vivo en el caso de que la consideración y el homenaje colectivos estén dedicados a las actividades de sus gentes. Siempre nacen al amparo del cariño, que resalta así la actividad fundamental de un pueblo o comarca en muchos casos, sus señas de identidad en otros, como símbolo de lo que son o fueron históricamente, o el reconocimiento a colectivos, ideas o realidades amenazadas, por citar algunos ejemplos. Dentro de esta variedad destacan, sin embargo, tres ideas que, a veces simples ilusiones, definen, en buena medida, los ejes que vertebran la propia realidad leonesa: peregrinaje jacobeo, agricultura y minería. Como siempre, el pueblo sencillo define de forma espontánea, pero clara, las líneas maestras que configuran su propia personalidad.

Hoy buscamos las que se asientan en las raíces de la minería. El recorrido se convierte en un descubrimiento. La razón que lo unifica queda como sustrato al que se añade el conocimiento del entorno y el disfrute del paisaje. Solo así cumple el objetivo que pretendemos en estas líneas, la idea del viaje como encuentro y como gozo. El viajero añadirá sus personales alicientes.

El Bierzo es una comarca indiscutiblemente hermosa. Y, entre sus notables variedades, la de la mina la anuncia una simple mirada. No hace falta ninguna cavilación. Ya en el territorio inicial berciano, en el espacio fronterizo que uno nunca sabe muy bien a dónde pertenece, pasado el Manzanal, a mano izquierda, puede el viajero llegar a Montealegre. Aquí, a más de mil quinientos metros de altura –se puede divisar Astorga y Ponferrada—, en el conocido como Alto de la Vidulina, se levanta un sencillo Monumento a los Mineros Leoneses, erigido el 21 de agosto de 1995:bajo el techo de cuadros mineros, que asemejan una sencilla galería, una vagoneta asentada sobre raíles. En ella una placa recuerda dos nombres: Joaquín García Argüello, de 21 años y Alberto Martínez Blanco, de 15. Una enorme nevada, que les mantuvo sepultados desde el 27 de enero hasta el 24 de abril, les hizo morir por congelación cuando regresaban de trabajar en Antracitas de Santa Cruz, en Santa Cruz de Montes.

Muy cerca, en Torre del Bierzo, un monumento relativamente reciente. Inaugurado el día 4 de diciembre de 1997, no sin algunas polémicas previas, está situado en un lugar privilegiado en el parque que limita lateralmente con la carretera y el río Tremor. La obra es de escultor José Asenjo. Sobre una sólida base, ajardinada, el motivo central es una talla humana notablemente superior a la normal. Camina hacia el trabajo, camisa remangada y abierta por el pecho –símbolo de la fortaleza—. Lleva, sujeto con la mano derecha y apoyado en el hombre, martillo picador de aire; del hombro izquierdo cuelga un antiguo candil de carburo; sujetado con la mano izquierda, que cae con naturalidad sobre el cuerpo, el hacho. Diversas placas alusivas a la zona, el minero y agradecimientos completan el símbolo, cuyo motivo central está hecho en bronce.

Desde el propio pueblo, una carretera une la distancia de una veintena de kilómetros con nuestro siguiente objetivo, Tremor de Arriba, al que se llega disfrutando del paisaje, el agua y la pizarra, con las inevitables referencias de abandono de varios centros de trabajo relacionados, como no podía ser menos, con la actividad que nos ocupa. Incluso el pueblo, típicamente minero, siente el progresivo deterioro de la actividad, encajonado entre montañas, buena parte de ellas ocupadas por antiguas escombreras. El monumento está a la entrada, y se completa con varias otras alusiones a la minería sobre un muro de piedra que sirve de contención a una zona ajardinada en pendiente. En una plazoleta, y desde el interior de un estanque una gran piedra, natural, parece emerger del agua. Sobre ella, una roca que asemeja la capa de carbón en que el picador hunde su pico Con mono, lámpara en el casco –la pila, sujeta a la parte posterior del cinto—, su mirada fija y atenta en la labor que realiza. Inaugurado el día de Santa Bárbara de 1992, obra de Santi, es un homenaje a los hombres y recursos de Tremor de Arriba.

De nuevo en la carretera general, pronto entrará el viajero en Bembibre, triple capitalidad, del Bierzo Alto, del Boeza y del Botillo. Apenas iniciado el recorrido, muy cerca del emblemático santuario del Ecce Homo, y en las proximidades de las calles que conducen a la Villa Vieja, digna de visitar, esta nueva obra, original de Ángel Muñiz Alique, que, realizada en piedra, se inauguró el día de la Patrona de los mineros, en 1974, con notable asistencia de público. Pensado el espacio en que se ubica especialmente para su colocación, en un entorno hartamente simbólico, es de nuevo la figura humana, de tamaño ligeramente superior al natural, el elemento esencial del conjunto. Mira con fortaleza y serenidad al frente. Con ropa de faena –casco incluido—, bota de goma alta, ceñido por correa a la cintura, lleva en la mano izquierda, caída sobre el lateral del cuerpo, un candil de carburo. En la derecha, el hacho.

Ponferrada tiene muchos otros atractivos, aunque no precisamente el que buscamos, a no ser la escultura del minero que, en actividad de picar, adorna la fachada de la sede social de Geimsa (Gerencia Económica Minera, S.A.). La escultura, realizada en bronce por el madrileño José de las Casas, presenta al minero desnudo y en movimiento, y pretende simbolizar la transición de una comarca con una clara dependencia económica en el sector minero, a la nueva comarca donde se esperaba que el carbón fuera un sector productivo más y no el único. Fue inaugurada el 23 de julio de 1992.

Salimos de Ponferrada, camino de Toreno. Y de aquí, a Fabero, donde se levanta uno de los monumentos más significativos. Inaugurado en 1969, está asentado en una plazoleta pensada para la ocasión. Sobre una base forrada en piedra, el minero, obra de Higinio Vázquez, y de factura moderna, lleva lámpara en la mano derecha y pala en la izquierda. De bronce, es de grandes proporciones, lo que permite resaltar un ademán, un gesto de inequívoca fortaleza. Como en algunas otras ocasiones, unos versos alusivos. En este caso, un soneto de Álvaro Alba, en una placa en la parte frontal de la base, de desigual altura por la situación escultórica de apoyo del protagonista: «Quien quiera que tú seas, viajero, /detente y mira un símbolo en el busto / del hombre fuerte, de mirar adusto, / con el alma templada como acero. / En este trozo de carbón sincero / hay encerrado un corazón augusto, / un mirar encendido y el robusto / equipaje divino del minero. / En las entrañas de la madre tierra / cumple su oficio redentor, su guerra / salvador –el sudor sobre su frente—. / Cruje la maniobra. Los martillos / son de su ardiente carne los cuchillos / que van abriendo el surco a la simiente».

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