Diario de León

antídoto contra la niebla

En la plaza de Las Majuelas de Lombillo está uno de los miradores más célebres del Bierzo, lugar de peregrinación de los ponferradinos cuando la niebla lo cubre todo a pie de asfalto. Allí siempre luce el sol cuando la ciudad ensombrece; es la cura perfecta para un estado de ánimo bajo después de varios días sin ver la luz

Las vistas de los Montes Aquilianos desde el mirador de Lombillo son impresionantes. Abajo serpentean viñas y los tejados de pizarra salpican parte de la escena. Un paseo por sus calles también merece la pena, entre casas de ascendencia nobiliaria, corred

Las vistas de los Montes Aquilianos desde el mirador de Lombillo son impresionantes. Abajo serpentean viñas y los tejados de pizarra salpican parte de la escena. Un paseo por sus calles también merece la pena, entre casas de ascendencia nobiliaria, corred

Ponferrada

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L os últimos coletazos del año que acaba de terminar estuvieron marcados por la niebla en Ponferrada. La espesa bruma cubrió la olla durante días, como un manto impenetrable por el sol a pie de asfalto. Iniciado el año, la amenaza sigue vigente. La niebla tienta cada mañana advirtiendo de su presencia pero consciente de que contra a la lobreguez que arrastra hay un antídoto y no está muy lejos. Existe un lugar en el que el sol tarda en ponerse y a donde los ponferradinos peregrinan en masa cuando en la ciudad la cosa se pone negra y cuesta hasta respirar tras varios días de niebla. En Lombillo está el remedio, allí siempre luce el sol cuando Ponferrada ensombrece.

La plaza de Las Majuelas acoge uno de los miradores más concurridos del Bierzo. Apuesta segura para quien busca calentar su piel al sol y, de paso, contemplar una estampa única de los Aquilianos. La Aquiana, Pico Tuerto y Cabeza de Yegua se muestran impertérritos a ojos de quien deja a sus espaldas una de las joyas del patrimonio arquitectónico berciano. Lombillo está en Los Barrios y junto a Salas y Villar conforman un Conjunto Histórico reconocido como Bien de Interés Cultural (BIC). Y bien es lo que hace a quien huye del pensamiento deprimente que se instala en la mente de muchos tras varios días sin luz.

Un pueblo de casa blasonadas que abraza a quien lo visita y presta sus vistas sin pedir nada a cambio. Eso es Lombillo, donde el acto de relajar la vista mirando a un infinito definido por las cumbres, los tejados de pizarra y el serpenteo de algunas viñas; se puede acompañar de un buen café de puchero, servido tras la puerta de uno de los establecimientos de hostelería que limitan con el mirador. Allí arriba, todo se ve diferente.

Y para que la visita a Lombillo merezca todavía más la pena, pasear por sus calles de piedra, entre casas de piedra y balconadas de madera es la primera opción. No pasa desapercibida la fuente de la plaza de arriba, tan antigua como valiosa y útil para quien decide iniciar la ruta a pie hasta Las Puentes de Malpaso.

Tan sólo diez minutos separan Lombillo de la capital berciana. Un viaje exprés que reconforta el alma, uno de los tantos que el entorno ofrece a quienes moran a diario en la ciudad y quienes escapar, buscan oxígeno, abrir la mente y cerrar los ojos. Solos o en compañía y sobre todo en este época, en invierno, cuando el sol del mediodía aporta la calidez de la que adolece el resto de la jornada.

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