CONOCER
Villamanín: esencial, natural y monumental
Amenos de 50 kilómetros de León está Villamanín. Es decir, que en esa corta distancia el viajero dejará el insípido asfalto urbano y se plantará en plena Naturaleza y una auténtica exhibición de poderío rural. Y a poco más de esa distancia, el municipio leonés conecta con otra capital como es Oviedo, o en tren en el punto medio entre León y Gijón. Es decir, que si una visita a Villamanín es una oportunidad única para disfrutar en todos los sentidos, su ubicación ayuda para que sea un trayecto sencillo.
Es enero y evidentemente los ojos del turista, viajero, deportista o el que ansíe actividades de ocio, se van hacia la estación de esquí de Valgrande-Pajares, que se encuentra a 14 kilómetros de distancia y es un destino obligado para los amantes del esquí y los deportes de nieve.
José Luis García Oblanca, su alcalde, aporta aquí el carácter hospitalario que siempre ha demostrado Villamanín tanto como destino como lugar de paso: «Queremos potenciar nuestro medio natural que, a nuestra forma de ver, está aún sin explotar y ayudar a quien quiera asentarse en nuestro municipio. Queremos agradecer a toda la gente que nos ha visitado y animar a los que no, a que nos conozcan, disfruten de nuestros parajes, gentes, gastronomía, alojamientos rurales, patrimonio cultural y arquitectónico».
Las diversas y variadas rutas ofrecen posibilidades para todos los gustos y posibilidades. Pero bien merecen su recorrido para conocer de primera mano una Naturaleza esencial del Norte en donde se conjuga lo saludable con el placer a la vista que simplemente produce la observación de los parajes.
Como territorio de montaña, es un destino adecuado para la práctica del llamado turismo activo. Así, el senderismo, la escalada, raquetas o deportes náuticos encuentran el escenario adecuado y espectacular con que cuenta el municipio. Existen algunas rutas señalizadas: Ruta del Valle de Arbas, Ascensión al Cueto de Fontún y Camino a Valporquero. La práctica de la escalada se puede hacer en el Cueto Fontún y en las Peñas de Prado (Cubillas).
Esto son solo apuntes de lo que a día de hoy el visitante se puede encontrar, aunque la oferta es mucho más amplia y las propuestas aparecen por todos los lados solo con dejarse llevar por la curiosidad.
Por supuesto, no es necesario remarcar que Villamanín es atractivo en todas las estaciones del año porque lo delata a primera vista la belleza a la que se llega al instante cuando se visita.
Sus gentes aportan el resto, lo que garantiza ese carácter hospitalario y por supuesto una apuesta total por la mejor gastronomía, con lugares de máximo renombre y prestigio y una cocina que conserva las esencias pero que se mantiene en plena vigencia a día de hoy.
La Colegiata de Arbas del Puerto es el símbolo patrimonial de Villamanín, pero además es una invitación a conocer el resto: ermitas, casas blasonadas... Si la colegiata es un imperdible, lo son también los museos: el Etnográfico de la Tercia y Arbas; el de Cultura Antigua (etnográfico) en Casares de Arbas y la Lechería de Viadangos de Arbas son un lujo a máxima la altura.