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Un paseo por Villaquilambre
Lo rural y lo urbano, el bullicio y el silencio son caras de la misma moneda en Villaquilambre. Una apuesta de vida o visita siempre ganadora a solo cinco minutos de la capital, ya que el municipio abre un oasis de naturaleza sin perder los servicios del siglo XXI. Junto con sus bosques de ribera, sebes y cultivos, el Ayuntamiento ofrece un amplio programa social, cultural, de ocio, y deporte
Villaquilambre posee carácter, es diferente. En el municipio todavía se rumia lo rural, el pueblo, pero con un manto ya de ciudad que se abraza a los servicios modernos sin olvidar su praderío, sus presas y molinos, los meandros que marca el Torío o el rico patrimonio de sus 34 iglesias, su villa romana del siglo I a.C. y su historia. No en balde, además de los vestigios romanos cobijó el importante monasterio de San Cosme y San Damián, de donde salió la primera biblia mozárabe que hoy guarda la Catedral, y Villanueva del Árbol se levantó sobre las ruinas también mozárabes de Villa Habibi (villa de amigo), fundada en el siglo X por orden de Ramiro II.
Con una gastronomía excelente, establecimientos señeros, y un amplísimo programa socio-cultural, Villaquilambre navega en esa dualidad que le permite quedarse con lo mejor del campo y de la ciudad. En una época en la que el divino ejercicio de respirar se convierte en algo sagrado, salir al campo representa un alivio y es factible en el municipio, a sólo cinco minutos de León capital, por su manto de robles melojos, pinos, fresnos y brezos que saludan a los paseantes y ciclistas que se adentran en la senda junto al río. Dieciséis kilómetros de carril bici y camino que discurren entre Villaobispo de las Regueras y Villanueva serpenteando junto al Torío. Naturaleza para reconectar con la Tierra.
Los botánicos y los amantes de los animales se pueden poner las botas en ese entorno, donde abundan los bosques de ribera y las sebes convirtiendo cada paso adelante y cada pedalada en uno de los recorridos más vistosos de la provincia. Allí se han visto especies africanas como el abejaruco, la oropéndola y el elanio azul, junto con aves de ambientes frescos como el zorzal, el ruiseñor o el milano negro. Además, este corredor verde se prolonga hacia la capital, cruzando un pequeño tramo de carretera hacia el parque de La Candamia en busca del nudo donde el Torío vierte sus aguas al Bernesga. El carril bici continúa hacia La Lastra hasta girar al paseo inferior de Papalaguinda y su prolongación hacia La Condesa y concluye en San Marcos. En total, los ciclistas pueden recorrer desde el famoso Parador hasta Villanueva 27 kilómetros si realizan ida y vuelta.
A lo largo del recorrido se encuentran lugares con bancos para descansar y miradores sobre el río, desde donde se pueden observar la vegetación de ribera y también las típicas cárcavas. Villaquilambre ofrece otros 8,5 kilómetros de carriles bici que gozan de muchísimo uso en su vertiente recreativa, pero también, cada vez más, como vías de desplazamiento interior entre las localidades del municipio. Junto a la carretera de Santander, el tramo para bicicletas enlaza Villaobispo con Robledo de Torío.
En los 56 kilómetros cuadrados del municipio también hay lugar para las leyendas y la historia, de la mano de la cueva de San Martín, conocida como del Moro. La ermita rupestre posee una curiosa nave, un arco de herradura y un ábside con bóveda semiesférica, y fue tallada, probablemente, hace quince siglos en el escarpe de la margen izquierda del río. Villaquilambre ha ampliado y modernizado su casa consistorial y ha logrado recuperar su joya deportiva, el Polideportivo ubicado en Navatejera con sus piscinas climatizadas y su gimnasio. También se preocupa de rescatar celebraciones y de reasfaltar caminos y calles que el paso del tiempo y el uso van desgastando. En su plan de futuro lucha por un centro de salud y un instituto.