Valdescapa sorprende

El retablo de la iglesia de Valdescapa es una «obra magnífica renacentista», como lo define el historiador Javier Lagartos. Dedicado a San Andrés, se compone de predela, dos cuerpos y remate en frontis. Hasta hace cuatro años, en la iglesia de San Andrés de Valdescapa casi había que entrar con paraguas. Al menos, los días de lluvia. En 2020 se restauraron las cubiertas, así como la torre del campanario y el presbiterio, con una inversión de 218.00 euros. También se ha actuó en el interior, consolidando bóvedas y arcos fajones y reparando algunas grietas y pequeños desajustes en los encuentros con los muros. Además, se recuperó la estética original del pórtico de entrada a la iglesia, ejecutando unos pies derechos de madera en sustitución del cerramiento de adobe existente. La iglesia de San Andrés fue levantada entre los siglos XVI y XVII y se trata de un templo barroco de planta de cruz latina y una sola nave de gran altura, a la que se adosa al sur un pórtico cerrado. A los pies de la nave se alza la torre campanario, formada por tres cuerpos, los dos inferiores de mampostería de piedra y el superior de ladrillo macizo. La iglesia acoge el retablo de la Asunción y San Andrés de estilo plateresco de gran interés. El retablo fue rehabilitado en 2014, gracias a la movilización popular. Una rehabilitación que deparó sorpresas. La limpieza devolvió el color y las policromías y permitió desvelar la identidad de dos tallas. No eran Santa Mónica y San Agustín, como se pensaba, sino Santa Ana y San Joaquín.

El historiador Manuel Gómez Moreno, en los años veinte, destacó la bella factura en relieves, policromías y dorados del retablo, al igual que sus pinturas sobre tabla de «estilo rafaelesco, las cuales representan, en la parte superior, escenas de la vida de la Virgen; en los casetones centrales, el martirio y muerte de San Andrés; y en los últimos casetones y la predela representan distintas escenas evangélicas. El retablo no está completo, ya que le falta el sagrario —lo único que queda del mismo es la puerta, que se conserva en el Museo Diocesano de León—.

Gómez Moreno visitó toda la ruta de los retablos renacentistas el siglo pasado y quedó maravillado de las joyas que albergaban las iglesias de este itinerario. El padre Albano describió pormenorizadamente el de Valdescapa en un artículo publicado en este periódico. Sobre él afirmó que se trata de «una obra singular, de las que quedan pocas en León» y relata que fue dorado en el año 1625. «Sobre la pintura y el dorado tenemos escritura que nos informa al hablar del pago al artista que los hizo». Se concluye que Francisco de Villamuño, pintor y vecino de Becerril de Campos, pintó el retablo antes de 1620 y, al no habérsele pagado todo, la viuda del pintor, Ana Sánchez Villarroel, y su hijo Alonso Villamuño, vecinos de Becerril, reclamaron la deuda.

En el libro La Pintura del siglo XVI en la Diócesis de León, su autora, Cristina Rodicio, encuentra más que un parecido razonable entre el cuadro de la Anunciación del retablo de Valdescapa y un grabado realizado por Tiziano en el año 1537.

 

-La edición digital de Diario de León continúa con la emisión de diez vídeos sobre la ruta plateresca de los retablos del sur y este de la provincia, joyas renacentistas que se encuentran en los templos de la zona. Hoy, Valdescapa.