QUÉ BEBER
El legado de Pedro Merayo
Tener un vino entre los 50 mejores del mundo no es fruto del azar, sino de un arduo trabajo de cuidado del viñedo viejo, de respeto a la tierra, de apuesta por la calidad y del amor al Bierzo de Bodegas y Viñedos Merayo
Hace unos días, los Decanter World Wine Awards, que es el concurso internacional más influyente de la industria del vino, colocó a Las Tres Filas Mencía (añada 2020) de Bodegas y Viñedos Merayo entre los cincuenta mejores vinos del mundo y en el ranking de los ocho mejores de España. Un reconocimiento a escala mundial que avala, como otros lo hicieron antes, el modo de hacer de una empresa vitivinícola familiar nacida hace trece años sobre los cimientos del trabajo de recuperación y mantenimiento de viñedo viejo —uno de los principales valores del Bierzo— al que Pedro Merayo dedicó 20 años de su vida.
El saber previo no solo en el cuidado del terruño, sino también al frente de la que fue —hasta los años 80— una de las bodegas más importantes de la zona durante décadas, ha convertido a Bodegas y Viñedos Merayo en uno de los hacedores que han hecho posible que los vinos del Bierzo están donde están actualmente. Y detrás de todo, su fundador, Pedro Merayo que, siguiendo la filosofía que le inculcó su padre, entiende y practica la viticultura como un proceso de respeto a la naturaleza, sostenible y alejada de tratamientos agresivos con el medio, apostando por la tradición desde el principio y hasta la elaboración de los vinos, con mínima intervención en bodega.
Todos los vinos de Bodegas y Viñedos Merayo provienen de su viñedo propio, 42 hectáreas (el 80% de viñedo con más de cien años) ubicadas en Valtuille de Arriba y Villafranca del Bierzo de las que 30 están dentro de los parajes de Las Gudiñas y La Galbana. En ellos se reparten las viñas El Llano, La Galbana, Las Tres Filas, El Músico y El Pozo, que son la base de los vinos que comercializa: Merayo tinto, blanco y rosado; Las Tres Filas, Aquiana, La Gineta, El Llano, La Galbana y Garnacha. Vinos finos, frescos y atlánticos.
Aunque el viñedo de Merayo, uno de esos apellidos que hunde sus raíces en el Bierzo, se localiza en el corazón vitivinícola de la comarca, las instalaciones de la bodega están ubicadas en la Finca Miralmonte, un paisaje de diez hectáreas en San Andrés de Montejos, a un paso de Ponferrada.
Bodegas y Viñedos Merayo, ahora bajo la gestión de Juan Merayo, mantiene la filosofía del abuelo de este, que fue el germen de la bodega original tras la Guerra Civil, pero adaptada al mercado actual. Y esa mezcla de tradición e innovación es la base del éxito de un proyecto asentado en el largo plazo. «Pretendo mantener una bodega familiar en el tiempo y hacerlo de forma sostenible. Tenemos nuevos retos y proyectos en la cabeza, cosas con la variedad autóctona Estaladiña, en la que vemos gran potencial, pero vamos despacio porque no queremos hacer cualquier vino», asegura Juan Merayo.
«Llevamos muchos años apostando por un modelo en el que viñedo es nuestra esencia, nuestro origen y nuestra seña de identidad. Entendemos la bodega como una forma de vida, no se trata solo de un negocio», destaca el impulsor de la nueva era de Bodegas y Viñedos Merayo, que produce alrededor de 200.000 botellas entre las nueve referencias que elabora.
De todo ese trabajo de respeto a la tierra y a la tradición sin dar la espalda a los nuevos tiempos, de cuidado del patrimonio que es el viñedo viejo; de esa apuesta por la calidad y el valor añadido; de toda esa suma resulta el éxito que Bodegas y Viñedos Merayo está cosechando, siempre vinculado a una realidad que Juan Merayo repite, la de expresar con claridad y sin desvíos el terroir del Bierzo.