Folgoso de la Ribera, sombras de cientos de años

Los árboles son para el verano. Sus sombras son más valiosas cuanto más arrecia el calor en estos tiempos de cambio climático. Folgoso de la Ribera, municipio berciano donde la presencia humana se remonta a la Edad del Bronce, tiene entre las montañas que surca el río Boeza unos tesoros centenarios para cobijarse de las olas de calor.

Casi lejana la actividad minera que marcó el devenir de este teerritorio en el siglo XX, la naturaleza se adueña de sus montes y la mirada humana se posa sobre su esplendor en este valle que goza de un microclima especial que hace que el tiempo para los árboles discurra más lento.

Las altas temperaturas del verano y las bajas del invierno, cuenta Mari Cruz García Rodera, propician que los árboles envejezcan más despacio. La fundadora de la risoterapia, escritora y naturópata lidera una iniciativa en su pueblo para identificar y divulgar los árboles centenarios que se guarecen en este valle.

La memoria popular es su principal fuente de información, aunque no es fácil saber la vejez de ejemplares de castaños, robles, encinas... cuyas dimensiones son inabarcables para el abrazo humano. «Estamos viendo que hay una gran deforestación de árboles del pueblo y creemos que esta idea ha sido la gran toma de conciencia para que la gente entienda el valor de esos árboles».

Los testimonios orales se remontan a abuelos y bisabuelos de las personas más ancianas de la zona. Puede que haya árboles incluso milenarios que «no lo abrazan entre varias personas». Muchos se perdieron por la actividad minera, que usaba la madera para postear las galerías pero ahora la gente empieza a tener más conciencia de la importancia de los árboles.

La idea es que personas expertas puedan datar con precisión la edad de los árboles. Con una extensión de casi 7.000 hectáreas, Folgoso de la Ribera cuenta, a pesar de la intensa deforestación, con un bosque de encinas en la parte norte del pueblo, denominada el Solano. «Es una exhibición, entre Folgoso de la Ribera y Boeza de encinas centenarias».

Por la parte del suroeste, hay unos 300 castaños «todos centenarios, por decir algo. Es un lugar de un valor botánico extraordinaria. Es una zona, como dicen ellos, más ‘a la visio’». A través de las personas más ancianas del pueblo se han localizado cinco castaños que pueden ser milenarios que en su mayoría se pueden ver en otro lugar excepcional, la Ruta de los Canales de los Molinos. En esta zona destacan los álamos, chopos, fresnos y robles. «Es un canal muy atractivo porque seducen los sonidos de la naturaleza, los colores, la magia del agua... esa fusión entre el agua, los pájaros y todos los animales maravillos que nos acompañan». El río y el arbolado hace más llevadero el paseo en verano por la abundante sombra, mientras que en otoño y primavera el paisaje regala a los ojos la belleza propia de esas estaciones con los cambios de color que ofrece el bosque de ribera. Los dos primeros molinos, ambos restaurados, se encuentran muy cerca de la salida. A lo largo de todo el recorrido que incluye un tercer molino y la fábrica de la luz en ruinas, el diálogo entre agua, pájaros y bosque es un regalo para los sentidos.

«Gracias a los árboles tenemos la humedad, el musgo...», subraya García Rodera. La iniciativa lanzada por esta soñadora ha motivado a sus convecinos que se prestan a informar sobre nuevas localizaciones de árboles centenarios. La ruta de los árboles centenarios está en construcción y para colaborar se puede llamar o escribir WhatsApp al número 615 963 335.