La Gitana. La cocina de león

Un detalle que distingue a los restaurantes son los platos elaborados, de cocina elaborada, que hace de la materia prima contenido culinario hasta elevarlo a producto de primera calidad. Esa es la señal que distingue a La Gitana en León, en medio de un entorno que ha girado hacia otras veredas, también en la restauración, por las prisas sin pausas, por el género que remienda el microondas.

En la otra orilla, la de los fogones y la elaboración, está La Gitana, imperturbable ante tendencias pasajeras, en Carnicerías, 7, en esa esquina que hizo célebre a base de contener uno de los capítulos más exitosos de la hostelería leonesa, en el chaflán con balcón a Azabachería, en mitad del ir y venir del León que buscó la esencia en el barrio antiguo.

Ahí sigue, la esencia, en La Gitana, que es La Gitana de siempre, tras el cambio de gerencia, como demuestra el gusto de los platos y confirma el paladar los clientes. La cocina que se elabora , sobre esos monumentos que ha elevado sobre el entrecot y la carne a la piedra, tan demandada en la mesa del establecimiento; La Gitana es la Gitana por los pescados que van con el mercado y la temporada, el cogote de merluza, la merluza a la gitana, y otras posibilidades que hicieron célebre la carta a fuerza de ser tendencia por la elección de la clientela; en La Gitana no se abandona el condicionante de la elaboración en la preparación del amplio elenco de postres caseros que se ofrece en el cierre de la comanda, entre los que suelen pervivir en la memoria de los comensales los canutillos de crema, que de generación en generación son santo y seña, marca de esta condición de la casa de pasar el filtro artesanal todo lo que sale de va de la cocina a los manteles; de los entrantes, todos con un apellido leonés incombustibles, embutidos, mollejas, pulpo picadillo oreja, a los guisos, a los platos principales, a los postres. Esa diferencia que da la cocina de La Gitana.