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Fabero, un viaje a la memoria

En Fabero todavía huele a carbón porque nadie quiere perder ese aroma, aunque el valor lo tenga ahora la herencia que la minería dejó. Un paseo por sus calles lleva directo a una historia que sigue sumando recursos a la oferta del único BIC con categoría minera

Ponferrada

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Los paseos por Fabero están cargados de historia minera y ahora que se avecina otoño y el paisaje de la cuenca se torna de color nostalgia, ese pasado valioso representado en los emblemas heredados del carbón sobresale entre los ocres. Tan valioso que le ha valido a Fabero la consideración de Bien de Interés Cultural como conjunto etnológico minero. BIC.

Un BIC al que se siguen sumando recursos, como la fragua recién restaurada que forma parte del conjunto arquitectónico del Pozo Julia. Ahí se arreglaba todo lo que se estropeara en esta mina, en un edificio anexo al famoso castillete convertido en sello turístico, que también ha sido restaurado.

En proceso está, igualmente, la restauración de la escombrera de Negrín y, por supuesto, el proyecto de recuperación ambiental de los terrenos de la Gran Corta, de cuyo suelo han salido los fósiles que han servido para dar forma a otro de los recursos del municipio, el Museo del Carbonífero-Aula Paleobotánica de Fabero. Historia, esta, de hace millones de años, cuando lo que luego fue carbón eran, todavía, enormes bosques pantanosos.

En la apuesta decidida que el Ayuntamiento ha hecho por el turismo ligado al patrimonio industrial, Fabero lleva ventaja. Aquí todo huele a carbón porque todo se vincula al mineral que fue oro para la cuenca. Incluso el proyecto más reciente, que todavía no está terminado, se quiere ligar a esa tradición. Se trata del ‘Bosque Mágico’. Así se le va a llamar. Un lugar pensado para el esparcimiento de la familia en el que habrá seres fantásticos y también los enanitos que sacaban el carbón. Que nadie olvide que eran mineros. Y ahí está el enganche de una zona de recreo ubicada cerca de la Gran Corta, en la parte más alta de Otero de Naraguantes. Un bosque en el que están trabajando los alumnos de la escuela taller.

El Ayuntamiento da forma a un nuevo proyecto, un ‘Bosque mágico’ con enanitos mineros y algunos seres fantásticos, ubicado no muy lejos de la Gran Corta y pensado como espacio de recreo familiar

El Pozo Julia, el Pozo Viejo, el Pozo Alicia, la mina Negrín, la mina Pacita, el poblado de Diego Pérez, la huella que dejaron las líneas de baldes, el Aula Paleobotánica, el Museo Casa Minera, el Economato de Lillo del Bierzo, la Escuela del Ayer. Todo esto es Fabero, un municipio que sigue creyendo en el carbón, aunque desde otra perspectiva. Todos ellos son ahora sus recursos y para verlos como se merece tienen que estar señalizados. Ese es el siguiente objetivo, facilitar la visita a los turistas.

Fabero instalará una señal con todos los recursos turísticos ligados a la memoria minera en la plaza del Ayuntamiento, «para que el visitante se pueda descargar las audioguías del municipio», detallaron fuentes municipales. También se colocarán señales similares a las del pozo Julia, en las que se podrán descargar las explicaciones de cada recurso mediante una serie de códigos. Y a todo ello se sumarán señales con audioguías para descargar en el teléfono móvil y tener en la mano toda la información disponible sobre las antiguas explotaciones mineras y la Escuela del Ayer.

Los audios a los que llevan las señalizaciones explicarán la historia de Fabero y cada señal concreta detallará cada uno de los recursos. Tan de raíz es todo que quienes explican las cosas son los propios mineros. Y así se escribe la historia de una municipio que es cuenca y que es también es la memoria que se afana en preservar, porque solo preservándola mantendrá su identidad.

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