El camino prodigioso del patrón
Desde Lugo hasta Tábara, en Zamora, la peregrinación santa del santo patrono de León es una de las rutas más bellas para conocer parte de lo que después se convertiría en el Reino de Léon. Con motivo de la fiesta grande de la ciudad, Diario de León se acerca a los paisajes que envolvieron la vida del santo desde su nacimiento hasta su final
Arte, naturaleza, gastronomía y fervor religioso. Pocos enclaves españoles concentran tanta belleza como el que recorrió San Froilán a lo largo de su vida antes de ser enterrado en la Catedral de León. Desde Lugo hasta Zamora se encuentran algunos de los hitos más importantes de la Península Ibérica. Por eso llama la atención que ni desde Galicia ni desde León se haya trazado una ruta para poner en valor los escenarios por los que transitó la vida del patrono común. La vida de San Froilán es la de un peregrino que abandonó su Lugo natal a los 18 años para buscar la santidad en las montañas y valles de León.
Dicen las fuentes que nació en las afueras de Lugo en 832. No especifican el lugar exacto, por lo que bien podría comenzar la ruta en la propia capital amurallada para extenderse en el camino natural be atravesar, San Froilán se encuentra con Atilano, un sacerdote mozárabe que le acompañaría en su peregrinaje. Ambos se recluyeron en el picacho Cucurrino de la Valdorria. Bajaron al valle y, en el poblado de Veseo, organizaron un monasterio con trescientos monjes. El rey les proporcionó los medios para fundar en la llanura. Desde allí, la ruta atraviesa el río Esla hasta llegar a Zamora, en cuyas tierras establecieron dos monasterios, el primero en Tábara, dice el biógrafo, con seiscientos monjes y monjas. Establecieron el otro monasterio en «un lugar ameno y elevado» que no ha sido identificado todavía, donde reunieron a doscientos monjes.
Sus predicamentos se extendieron, entre otros lugares, por Villafranca del Bierzo, Cacabelos, Ponferrada, Bembibre, Astorga, León,... y en multitud de lugares en la Ruta de Santiago
Froilán ejercía de abad en Tábara y Atilano de prior. de León hacia los Ancares visitando para ello Suárbol y Balouta, ya que la bajada del río de esta última aldea, es de una gran belleza y se aprecia mucho mejor si seguimos el itinerario en el sentido aconsejado. Siguiendo los pasos como predicador itinerante, San Froilán llegó hasta el Bierzo. En esa zona, también destacan por su espectacularidad la cueva de Ruitelán, junto al río Valcarce, adaptada hoy como ermita en su honor. En esa zona boscosa se levanta desde el siglo XVI una capilla dedicada al que más tarde fue nombrado obispo de León.
En la parte posterior de la nave principal y junto al altar mayor se encuentra, cubierta por una bóveda, la boca de la gruta donde residió el monje ermitaño. La única nave del edificio está cubierta a dos aguas por una estructura de madera. Se accede a la capilla a través de una escalinata de 39 escalones. Sus predicamentos se extendieron, entre otros lugares, por Villafranca del Bierzo, Cacabelos, Ponferrada, Bembibre, Astorga, León,... y en multitud de lugares a la vera del Camino de Santiago. Sin embargo, siempre prefirió lugares «más escondidos e inaccesibles», como los montes de Vegacervera, Aviados, Montuerto o el Curueño.
Se trata, por lo tanto, de una peregrinación en la que también se puede experimentar cómo fue el comienzo del Reino de León con su fundador, Alfonso III el Magno. Cerca de Valdepiélago, otro de los enclaves por los que la ruta deVisitar la catedral de Zamora es otro de los hitos del recorrido. Su catedral es, sin duda, una de las más significativas de España por su herencia bizantina, que la convierte en exponente único del románico del Duero. En el crucero se alza un cimborrio con un tambor de 16 ventanas sobre el que se levanta una cúpula de gallones revestidos con escamas de piedra y soportada con pechinas. Es el elemento más llamativo, bello y original del templo, y un verdadero símbolo de la ciudad. León sería la desembocadura de la ruta, ya que allí fue obispo San Froilán, donde fue consagrado el día de Pentecostés de 900. A los cinco años, a la edad de setenta y tres, fallecía Froilán.