Diario de León

A DÓNDE IR

Villoria del ‘ganchillo’

Villoria de Órbigo ofrece un paseo en tren por su Navidad de ganchillo. La labor que las mujeres de la asociación Villa Áurea tejen durante todo el año se luce en las plazas y calles del pueblo con todo lujo de detalles. Millones de puntadas que dan vida a las tradiciones y símbolos del pueblo.

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Villoria de Órbigo se transforma en Villoria del ‘Ganchillo’ por Navidad. Empezaron en 2017 con un árbol de crochet y seis años después han conseguido recrear la Navidad en siete plazas. Tres totalmente de estreno, además de las nuevas luces que iluminan el abeto de ganchillo por cortesía municipal.

El pueblo entero se vuelca en el engalanado navideño. Las mujeres a la aguja —una treintena tejen sin parar durante todo el año— y otras muchas personas en múltiples tareas de base, como las armaduras, de madera o de hierro, que dan cuerpo a los escenarios y vida a otro pueblo dentro del pueblo en las plazas. La Junta Vecinal y el Ayuntamiento de Villarejo también arriman el hombro. El tren turístico que ha contratado la pedanía de Villoria, hasta el 1 de enero, recorre todas las plazas para que el visitante no se pierda en este pueblo de ganchillo. Los sábados y domingos, al precio de dos euros para mayores y un euro para los peques, la Villa Áurea pone en marcha este tren para hacer más emocionante la visita y que nadie se pierda un detalle.

Desde el tren o a pie, dos grandes faroles con patas y unas velas hechas a ganchillo son la primera estampa que adorna la calle que va a Villarejo. Para unir todas las piezas de esta escena han usado cercad e 1.500 perlas cosidas a mano. El escenario está ambientado con ratones de ganchillo en todos los estados imaginables, incluso ratitas embarazadas.

Villoria de Órbigo ofrece un paseo en tren por su Navidad de ganchillo. La labor que las mujeres de la asociación Villa Áurea tejen durante todo el año se luce en las plazas y calles del pueblo con todo lujo de detalles. Millones de puntadas que dan vida a las tradiciones y símbolos del pueblo.

En la plaza de Don Mariano o plaza del Caño, para los de casa, la caseta de la luz se transforma en una pequeña Laponia con cuatro renos hechos con flores de ganchillo, unos tirando del trineo de Papá Noël, para que llegue a tiempo a todos los hogares del mundo, y otros pastando para reponer fuerzas para el largo viaje del singular personaje nórdico que convive con las tradiciones más arraigadas de la Pascua leonesa, como el ramo de Navidad. En la plaza Principal o de la Torre, está el árbol de 15 metros de altura forrado por cuadros de ganchillo y rodeado por 32 muñecos de nieve. «No hay ninguno igual», asegura Mariví González Martínez, presidenta de la Asociación Villa Áurea.

En los dos jardincillos de esta plaza se recrea un tren con su máquina y cuatro vagones decorados todos con piezas de ganchillo que dibujan unas golosas piruletas. A la estación del tren, que por la señal que indica Villoria de Órbigo, sería la de Veguellina, no le falta un detalle, incluso un muñeco de nieve que va a toda prisa porque llega tarde.

En la plaza de la Ermita se encuentra el ramo leonés de Navidad engalanado con más piezas ganchillo y al que no le falta su coro para que el ritual sea completo. El ramo hay que adornarlo y cantarlo, según la tradición leonesa que ahora prende con ganas renovadas en la parte asturiana del Viejo Reino.

La plaza del Pino es otro de los escenarios de estreno de la Navidad de ganchillo de Villoria de Órbigo. Estrellas de un metro y medio de diámetro, hechas también a ganchillo, son las protagonistas de esta plaza coronadas con muñecos.

En la plaza de la Fragua está el ‘poblado de las casas’, una recreación en ganchillo del pueblo con escenas que van desde la matanza hasta la vida en una alcoba con un bebé o las casas vacías de la gente que vuelve en vacaciones y que aparece reflejada con sus coches y sus maletas en el exterior. El establo, la iglesia, salones, cocina... forman este poblado que lleva por nombre San Adrián y San Mamés en recuerdo de las dos parroquias desaparecidas físicamente pero no de la memoria de Villoria. «Teníamos tres parroquias con la de San Miguel, que es la que pervive», señala Sabina Mielgo, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Villarejo y una socia más en Villa Áurea. En la plaza del Monasterio también se pueden ver nuevas figuras como la familia de muñecos de nieve.

Las señas de identidad de la cultura agraria, como el cultivo del lúpulo, también están reflejados en este singular nacimiento que surge del esfuerzo y la ilusión de todo un pueblo y resiste sin temor a las inclemencias del tiempo. Es el espíritu de la comunidad y el empuje de una mujer, Mariví González Martínez, que al terminar cada Navidad ya sabe lo que quiere hacer para el año siguiente y lo somete a debate y votación en la asamblea anual de Villa Áurea. Por la tarde, antes de que anochezca, es el mejor momento para la visita. Con la luz del día se pueden apreciar mejor los detalles de la labor de ganchillo y con la semioscuridad del atardecer reluce la iluminación entre este tejido que colectivo que viste a Villoria de Órbigo de color y de ilusión.

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