QUÉ HACER
El Fabero que se respira
- Se conoce por el carbón, pero no todo es herencia minera. En Fabero sobra monte y sendas y parajes que se pueden recorrer a pie o en bicicleta, a través de bosques autóctonos o impresionantes cañones abiertos sobre las aguas del río. Es la cara más desconocida
La fama de Fabero le viene del carbón. El único Bien de Interés Cultural con categoría de conjunto etnológico minero de Castilla y León hace gala de su pasado reconvertido en elemento de atracción turística y lo hace bien; pero Fabero tiene otra cara mucho más natural y menos conocida que se disfruta en su paisaje, en las sendas, en las rutas, en el río y en parajes aptos para caminantes y ciclistas.
La Senda Mágica El Fontanal ha sido la última en abrir al público. Es poco más de medio kilómetro diseñado para que los niños se sumerjan en una naturaleza poblada de seres fantásticos en el que hay un puente de los deseos, una zona de cuenta cuentos, una zona de descanso, un guardián amigable, un bosque de duendes y un merendero. Esta ha sido la última apuesta del Ayuntamiento de Fabero, pero la oferta es mucho más extensa.
La Ruta de las Calicatas, que conecta los seis pueblos del municipio en un recorrido circular de más de 40 kilómetros que se hace en bicicleta es una de las más conocidas. De hecho, todos los años por marzo se celebra una prueba deportiva que lleva el nombre de la ruta. Es la más larga de la ciclables, pero hay más, sobre todo descensos. En el paraje La Rubiona (el pinar que es el pulmón verde de Fabero) están las sendas del Ermitaño, Cortada, Tensora, Rolladoira, La Estampida, El Conde y La Pasada; además de tres fases de una que lleva el mismo nombre del paraje. También en la zona conocida como El Matón esta la senda de la Peña del Cuervo, 800 metros de descenso de dificultad media-alta; y en El Fontanal está la Senda de la Memoria, que baja desde la Gran Corta hasta donde estaban los barracones de campo de concentración que hubo en Fabero entre 1939 y 1947.
Hay rutas en todo el municipio que atraviesan extensas zonas boscosas, pasan por vestigios mineros o discurren junto a río. La del Agua y las Calicatas son las dos más conocidas
Todas las descritas son aptas, con mayor o menor dificultad, son aptas para ciclistas; pero también hay varias opciones para los que prefieren ir a pie. Tal vez la ruta de las rutas de senderismo sea la Ruta del Agua, que sale de Lillo y llega hasta Fresnedelo (no hay que olvidar que Fabero está en la puerta de los Ancares). Se puede hacer completa (algo más de 18 kilómetros) o acortar hasta los 7 kilómetros. En todo caso, el recorrido es espectacular y entre lo más destacado está el impresionante cañón que forma el arroyo Fresnedelo.
Las rutas de Fontoria y Pontigas, la del Robledal y la ruta de La Rubiona son otras opciones para hacer senderismo. La primera ofrece unas vistas inmejorables del municipio y la segunda discurre a lo largo del río Cúa y pasa por las antiguas instalaciones de la mina Maurín. La ruta del Robledal debe su nombre a los árboles que la pueblan y llega hasta el Pico Coriscao, desde donde se contempla una vista con la sierra de Ancares, las montañas de Fornela, el Pico Miro, la Sierra Gistredo y los Montes Aquilianos. Por su parte, La Rubiona ofrece la posibilidad de ver de cerca varias molinos rehabilitados, además de adentrarse, como en el resto, en una naturaleza propia de brezales y jaras, pinos, sotos de castaños, robles, encinas, olmos negros hayedos y una amplia variedad de especies vegetales de monte bajo.
Como no podía ser de otra manera, Fabero tiene una Ruta Minera en la que contrastan el verde del entorno con el negro del carbón y que recorre las minas Negrín, Alicia, Antracitas de Fabero y Marrón, así como las explotaciones a cielo abierto. También hay una segunda opción de ruta interpretativa que a los vestigios ya mencionados suma la Mina Pacita, el Pozo Julia, el Pozo Viejo, el Poblado de Diego Pérez, la Escuela del Ayer y el Aula Paleobotánica. Es una forma diferente para acercase al patrimonio industrial y minero con planos y las audioguías en español e inglés y con lenguaje de signos. Un método alternativo que se puede aplicar también a la visita al omnipresente Pozo Julia.
Esa oferta ya extensa de rutas y sendas no es fija en un Fabero que se ha propuesto sacar rentabilidad al turismo. Cada vez hay más opciones ligadas a la naturaleza y a los recursos que han quedado del carbón y ya se trabaja en el diseño de la que se llamará la Ruta de la Gran Corta. Habrá que esperar a que termine la restauración del cielo abierto para poder marcarla y tendrá unos 15 kilómetros que saldrán de Fabero y llegarán hasta el paraje de La Rubiona para seguir a Valdeguiza y, de ahí, a la Gran Corta, donde los fósiles tendrán su lugar.
Entre los verdes y ocres de un monte autóctono, el negro que pintó el carbón, el agua del río y la vista de Ancares navega este municipio berciano.