DE VIAJE
Tras las huellas del Celorio
Paradilla de Gordón ofrece la primera ruta que aúna turismo, naturaleza y literatura
Aunque tardías han sido muy bien recibidas. Las primeras nieves caídas en la provincia han cubierto de blanco las montañas de León convirtiendo esos ya de por sí bucólicos rincones, en lugares realmente especiales.
Uno de estos lugares es Paradilla de Gordón, donde la nieve ha bendecido este espectacular pueblo, lo que hace aún más especial su visita. Esta pequeña localidad, ubicada a 1.230 metros de altitud en plena Reserva de la Biosfera Alto Bernesga, ofrece desde el 2016 la primera ruta que aúna turismo, naturaleza y literatura en un solo recorrido, en el que el visitante puede «perderse» por los espectaculares paisajes de Paradilla, deleitándose además con el relato que inspira toda la ruta.
En esta época del año, la ruta tiene el aliciente de estar cubierta de nieve, lo que la hace aún más atractiva. Eso sí, hay que acudir bien preparado, con calzado y ropa adecuados para la nieve y las bajas temperaturas, e incluso con raquetas para algunos tramos.
La Senda del Celorio está inspirada en el magistral relato del escritor y editor leonés José María Menéndez López Celorio el de Geras. Tú sabes, un emotivo canto a los valores de la amistad, de tolerancia y de respeto. El caminante va descubriendo esta emotiva historia en cada una de las etapas de la ruta a través de distintos paneles. Como atractivo adicional hay dos impresionantes esculturas en el recorrido. Por una parte, la imponente mano de mármol negro, obra del escultor leonés Amancio González, corona el final de la ruta, que sale de la tierra, y que en esta época del año surge entre la nieve, con el objetivo de alcanzar las estrellas que coronan el cielo de Paradilla de Gordón, las mismas que dan sentido a la historia del Celorio.
Por otro lado, escondido entre las rocas de la colina, se encuentra la escultura del Trasgu, un pequeño duende casero de la mitología del noroeste peninsular, especialmente de la asturiana y leonesa, al cual se le culpa de hacer pequeñas travesuras en el hogar. El duende advierte mediante un texto, escrito en una placa situada a sus pies, de que «es el guardián del bosque», por lo que si los caminantes dañan el paisaje o lo ensucian se mudará a su casa para hacer de las suyas. El texto, obra del escritor Juan Carlos Pajares, tiene el fin de crear conciencia sobre el cuidado y respecto hacia la naturaleza.
El trayecto de la ruta, de mínima dificultad, cuenta con unos 5,5 kilómetros de longitud y una hora aproximada de duración. Es apropiada para todas las edades, para disfrutar y contemplar un paraje natural bellísimo a lo largo de todo su recorrido y culminar con unas vistas espectaculares desde el mirador de Paradilla, quizás la aldea más pintoresca de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga.
La ruta se inicia en las inmediaciones de la ermita del Santo Cristo de Geras, del siglo XVIII, al pie de la carretera comarcal LE-473, que conecta la Pola de Gordón y Aralla de Luna, y finaliza en una cortada natural cercana a la ermita de Paradilla, de clara inspiración románica.
El texto del relato irá desgranándose a lo largo del trayecto en ocho estaciones o hitos, de manera que el paseante siga un itinerario imaginario, a la par que avanza entre los parajes que tan eufónicamente describe su toponimia: Se sale desde Los Pisones por el camino del Avesedo de Lagos y continuando por Los Prados de Lagos. Comienza a subir por Tras del Cueto. Arriba, Las Collás, La Montaña, La Sierra y Valpandín por la fuente de La Fontanilla. Ya en Paradilla, cuando el camino alcanza la carretera, Las Xeras, La Collada, El Alto la Sierra y finaliza en La Mosica.
Una vez en Paradilla, el caminante tiene dos opciones. Por un lado, puede volver por lo andado o bajar por la antigua carretera de Paradilla, cruzar el río por el puente y caminar dirección Geras, y disfrutar de la belleza de uno de los hayedos más impresionantes y desconocidos de la montaña leonesa, hasta llegar a la Boyariza.
También está la opción de quedarse un rato en Paradilla, tomarse algo en el Teleclub del pueblo, la Abubilla, y subir a lo alto de la ermita para dejar que la mirada se pierda en el impresionante paisaje que se vislumbra desde ese punto.
Esta ruta es la culminación de un proyecto con el que esta pequeña localidad de montaña ha querido reivindicar la importancia del medio rural, y la necesidad de transmitir que «los pueblos están llenos de vida y con mucho que ofrecer a la sociedad», afirma el presidente de la Junta Vecinal, José Manuel González.