Paraísos cercanos
El monasterio de la eterna juventud
Un rey leonés engendró a la mujer que se convertiría en la responsable de la llegada de los españoles a La Florida. La leyenda de la eterna juventud bebe de la fuente de la Corona del Viejo Reino y el monasterio de Santa María de Nogales es el lugar en el que se forjó la dinastía de una de las familias españolas más famosas del Nuevo Mundo, la de Ponce de León
Nada hace pensar que el descubridor de la fuente de la eterna juventud tuvo aquí su origen. Pero el aventurero Juan Ponce de León está históricamente unido a un lugar devorado por la melancolía del tiempo. De linaje de reyes, el monasterio de Santa María de Nogales es uno de los exponentes más triste de cómo la desidia de las instituciones unida al pillaje de siglos ha convertido el patrimonio de León en un referente de la ruina. Y es que la estirpe del descubridor de la Florida, Juan Ponce de León desciende del caballero leonés Fernán Pérez Ponce y de Aldonza Alfonso de León, hija ilegítima del rey Alfonso IX, cuyos herederos forjaron una de las estirpes más activas en la reconquista de Andalucía, ganando, por méritos militares, el condado de Arcos de la Frontera en 1.440 y, más tarde, el ducado de Cádiz. Solo otra familia podía comparárseles, en relevancia política y ascendencia: los Guzmán, señores de Sanlúcar de Barrameda desde el siglo XIII y duques de Medina-Sidonia a partir de 1445.
Años después, llega al mundo el que será conocido como el descubridor de La Florida, uno de los máximos exponentes de la navegación hispana y primer gobernador de Puerto Rico.
En 1512 se le otorgaba a Ponce de León una capitulación «sobre el descubrimiento de la isla de Bímini» y un año más tarde emprendía su viaje por las islas antillanas que concluirían con la llegada al continente. Se iniciaba así la exploración de la Florida y de la zona sur de EE UU. que, a lo largo de los años, estuvo marcada por los desastres que sufrirían las distintas expediciones, más que en cualquier otra parte de América. Sin más veracidad que la mitología y la leyenda, los cronistas afirman que los españoles se basaron en las informaciones indígenas que aseguraban que en Bímini estaba la famosa fuente. Se puede comprobar fácilmente que la mayoría de las expediciones de descubrimiento se originan en informaciones indígenas. La disposición de los conquistadores a aceptar estas informaciones demuestra el deseo de descubrir novedades que, podían ser «maravillas», algo muy renacentista, y que aquellas informaciones fuesen ciertas, es decir, una actitud pragmática. En el caso de Bímini no hay referencias en las informaciones indígenas a tesoros o riquezas, sólo a la mencionada fuente. Es muy probable, por lo tanto, que Ponce de León, al organizar su expedición en 1513, desease conocer lo que de cierto había al respecto.
Enclavado en San Esteban de Nogales, el monasterio sigue preso de la lista roja de Hispania Nostra debido a un estado de decrepitud que, sin embargo, no es capaz de ocultar el esplendor que debió tener tanto desde el punto de vista histórico como patrimonial.
Los orígenes
Las ruinas fueron una vez un cenobio cisterciense ubicado en la comarca de Valdería y construido durante la segunda mitad del siglo XII. A orillas del río Eria, tiene sus raíces en el emperador leonés, Alfonso VII, que en 1.149 donó al noble Vela Gutiérrez y a su esposa, Sancha Ponce de Cabrera la Villa de Nogales en pago a los servicios prestados a la corona. Desde sus inicios este monasterio se regirá según la regla benedictina. En una bula firmada por el papa Alejandro III, y que data del año 1162, ya se menciona a Santa María de Nogales junto a otros monasterios cistercienses.
Santa María de Nogales ha sido expoliado durante dos siglos, desde que Mendizábal firmó una desamortización que condenó a la ruina y a la almoneda decenas de monumentos leoneses. Sin embargo, su belleza, por la que fue calificado como el ‘Escorial’ de León, sigue a día de hoy irremediablemente orgulloso de su pasado. En 1904 Manuel Gómez Moreno, cuya labor salvó gran parte de los monumentos de la provincia, aún encontró en pie el ábside mayor, el crucero, la portada, una gran capilla, dos patios de los siglos XVI y XVII, columnas toscanas y la gran escalera del XVIII. Hoy, apenas queda en pie parte del lienzo del monasterio, la espadaña, el arco de entrada principal con su escudo heráldico, un trozo de bóveda del claustro y montones de ruinas.
Santa Maríano pertenece al ayuntamiento de San Esteban sino que se reparte entre una treintena de personas que no se ponen de acuerdo para la cesión al municipio. Hasta tal punto este monasterio convive con el pillaje que la Guardia Civil recuperó uno de sus arcos en un establecimiento de hostelería de La Bañeza en el año 2013, después de seis años de pesquisas.
Una ruta permite conocer la belleza del monumento. Para dar inicio a la ruta hay que dirigirse a San Esteban de Nogales por la carretera LE-7416. El coche puede aparcarse en la Plaza de la Constitución y, si bien la ruta no está señalizada como tal, es sencilla y apta para niños.
Tras salir del municipio de San Esteban de Nogales por la Calle la Rúa hay que llegar al Parque de la Casa de los Cazadores, donde giraremos a la izquierda y, en la siguiente intersección, a la derecha. Este camino nos lleva por las tierras de labor agrícola del municipio directamente hasta el Monasterio de Santa María de Nogales. Volvemos al municipio por el camino que discurre al borde del Río Eria y que desemboca en la Calle el Río, en una pequeña explanada podemos desviarnos a ver el Río Eria a su paso por dicha localidad y si este estuviese seco adentrarnos hasta llegar a la ermita de San Jorge.