Riello: en busca del arte olvidado

El patrimonio de Omaña es uno de los más privilegiados de la provincia. A la imperdible belleza natural —está enclavado en la Reserva de la Biosfera de los valles de Omaña y Luna y aportar el mayor número de hectáreas protegidas, 24.000 de las 80.000 de este espacio— se une desde 2022 la recuperación que el Ayuntamiento de Riello hace de sus bienes culturales con la finalidad de intensificar rutas que durante todo el año conviertan el valle en un imperdible de la provincia. No solo el arte sacro que albergan sus 35 parroquias ha sido arrancado de siglos de olvido, también el civil a través de los muebles de sus casonas, auténticos palacios que coronan el paisaje de Curueña, Pandorado o Bonella. El alcalde, Manuel Rodríguez, destaca que la inversión, por la que han recuperado más de 50 piezas artísticas, busca dar a todos los pueblos una alternativa para el futuro basada en el turismo de calidad.

Con esta finalidad, han puesto en marcha visitas guiadas a través de iglesias y casonas de la localidad así como en la sala de exposiciones donde las imágenes son expuestas una vez se recuperan.

Darío Álvarez Bouzas, guía turístico del proyecto, destaca que su labor comenzó gracias a una beca Ralbar de la Universidad de León y el Banco Sabadell que permitió sacar numerosas piezas del olvido, abriendo iglesias que llevan años cerradas al público y sin uso, y catalogado mediante fotografías gran parte del patrimonio que custodian. Fue así que se abrió un taller de restauración con una experta, Ana Isabel Zabaleta, que desde entonces ha restaurado medio centenar de obras de 40 pueblos del municipio.

Y es que Riello es una comarca con un patrimonio histórico y artístico aún por descubrir, finalidad para la que se pusieron en marcha visitas a través de castros, iglesias y pueblos perfectamente integrados en el bello paisaje del municipio de Riello. Darío explica a los visitantes su historia, leyendas y curiosidades a través de cuatro rutas: Bonella-La Urz, Castro de La Lomba-Rosales-Cueto de Rosales, Ariego de Abajo-Curueña, y Pandorado-El Castillo-Valbueno. El historiador destaca que, hasta el momento, se han celebrado dos itinerarios de verano —este será el tercero— mientras que en invierno las rutas se ejecutan por encargo. La experiencia se celebra de jueves a domingo y cada día es diferente. Los jueves se visita Socil y la Casona de Ariego de Abajo. Los viernes el castro y la iglesia de Castro de La Lomba y la iglesia de Rosales. Los sábados están dedicados al santuario de Pandorado, la iglesia de la Omañuela y la Casona de Curueña y ya el domingo el recorrido engloba el castillo de Benal, la iglesia de Cirujales y la de Valbueno. Todas ellas se realizan entre las once y media y la una y media de la tarde y en el coche particular de los visitantes, a los que guía en el suyo Darío Álvarez Bouzas, que destaca que las iglesias se han conservado con su aspecto de hace un siglo y todo su mobiliario. «Hay mucho patrimonio por descubrir porque buscamos llamar la atención sobre el estado del patrimonio y ponerlo en valor», sostiene.

Gracias a este proyecto se han recuperado parte de las pinturas murales que se ocultan tras los sucesivos encalados. «Son muy llamativas las de Manzaneda de Omaña, donde han aparecido figuras de evangelistas y son del siglo XVI. Hemos descubierto por el momento murales en seis iglesias, pero las habrá en muchas más», advierte al tiempo que reivindica la ayuda de Patrimonio para rehabilitar todos estos frescos. «Son pueblos tan pequeños que es imposible llevar a cabo intervenciones de este calibre. Son pinturas arcaicas, pero con el valor de que reflejan la estética y el gusto de la zona. Es una fuente histórica», destaca.

Además, recuerda la labor que han desarrollado para poner en valor los ramos de Navidad, un trabajo por el que la Universidad publicó un catálogo que recoge los armazones de los ramos, que son muy diferentes por el color y los motivos decorativos.

Asimismo, subraya la restauración de los dos castillos, Benal y Trascastro, ambos medievales gracias a la ayuda del plan R de la Diputación. Hasta el momento han acudido más de un millar de personas a las visitas. Además, también hay excursiones organizadas y experiencias educativas con alumnos de la Escuela de Artes y la Universidad. «Es un valor añadido a la zona porque todos cuantos acuden gastan el dinero en las casas rurales y establecimientos de la zona», asegura.