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Por la mágica Cervatina

Trece kilómetros de hayas y tejos. La senda La Cervatina, situada en Puebla de Lillo, despliega su máximo esplendor en primavera, verano y otoño. Un recorrido fácil, de cinco horas de duración, en pleno pulmón del Parque Nacional de los Picos de Europa.

Hayas y tejos centenarios en un recorrido de 13 kilómetros por una de las sendas más mágicas de la provincia, donde los animales salvajes y la flora conviven en una armonía que muestra todo su esplendor en los meses de primavera, verano y otoño. FOTO CEDIDA POR LA CONSEJERÍA DE MEDIO AMBIENTE

León

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Un recorrido de hayas y tejos ideal para pasar una mañana de verano o de otoño. La senda La Cervatina es mágica. Está situada en Puebla de Lillo en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa. Los 13 kilómetros por una ruta homologada de senderismo circular esconden como regalo final para el caminante un magnífico bosque de tejos con algunos ejemplares centenarios con gruesos troncos y alturas de diez metros. Para comenzar la ruta sólo es necesario un buen calzado y agua Por la mágica cErvatina para el trayecto. En Puebla de Lillo hay dos centros de información e interpretación: el Torreón de Puebla de Lillo y la Casa del Parque del Valle del Porma. En los dos hay suficiente información de la zona y los educadores ambientales resolverán todas las dudas sobre la senda y otros paisajes cercanos. En la Casa del Parque Torreón de Puebla de Lillo (987 731 091) y Valle del Porma (987 731 333) ofrecen la información sobre las rutas. El recorrido de la senda La Cervatina comienza en Puebla de Lillo. 

  Al iniciar la caminata sorprende un repecho exigente al ascender por carmen Tapia torres un desnivel de 285 metros. Una vez superado ese trayecto inicial, todo el camino es un puro disfrute, con zonas de frescor que el caminante agradece. La senda no decepciona a los amantes de la naturaleza. En un punto del trayecto se puede contemplar el paisaje que muestra el pantano del Porma, que estos días tiene 192,4 hm3 de agua embalsada, el 60,5% de su capacidad. Pero volvamos al sendero. La Cervatina tiene es un recorrido de dificultad baja que permite el paseo con menores por un trayecto perfectamente señalizado y sin pérdida. No hace falta descargarse ninguna aplicación, todo está indicado y con vallas desde el inicio, con la información necesaria para no perderse los detalles de toda la naturaleza que rodea el recorrido.

   Con el tiempo para paradas, fotografías y descansos, transitar toda la senda lleva unas cinco horas. Para los que no quieran o no puedan completar los 13 kilómetros hay un atajo señalizado con el código PR-LE 28.1 a través del collado de Las Posadas que permite acortar la ruta a 9 kilómetros. Los que caminen toda la ruta disfrutarán de la sorpresa que supone toparse con un bosque de tejos. Una valla rodea el paraje, al que se accede tras abrir una pequeña puerta que los responsables de la Casa del Parque permiten traspasar con la recomendación de respetar el entorno y volver a cerrar al salir del bosque. Los tejos crecen en abundancia, pero nos dicen que la mayoría no logra alcanzar la madurez porque son pasto de los animales, razón por la que se protege un espacio mágico, frondoso, sombrío y silencioso por el que se aconseja caminar en silencio para no molestar a los animales. be la práctica de la acampada libre, introducir especies nuevas de la fauna salvaje y la flora silvestre, hacer fuego, hacer ruido y circular con vehículos a motor fuera de las vías y pistas autorizadas. Caminar y escuchar el silencio, sólo interrumpido por los pasos del caminante y algún animal, es un regalo a escasos 70 kilómetros de León capital. 

   Quien recorre la ruta ahora en verano no puede resistir repitirla en otoño, otra de las estaciones atractivas con itinerarios para escuchar la berrea del ciervo en Puebla de Lillo. Para respetar la naturaleza hay que seguir las recomendaciones de los agentes medioambientales y asegurarse de que el pestillo vuelve a quedar cerrado. Para retomar el camino hay que retroceder unos metros hasta el cruce, para comenzar un descenso por el bosque de hayas que crecen en el Espinadal. Atrás queda el arroyo que lleva el mismo nombre del valle y un poco más adelante también se abandonan el Támbado y el Rebueno. En este punto el camino es llano hasta el área recreativa Fegaruás. A esta zona llegan también los caminantes que han preferido realizar el trayecto corto, el de 9 kilómetros, para terminar el sendero por camino común de asfalto que daba servicio a las minas de talco de Respina. El camino roda a la derecha el río Silván para abrirse a un valle en el que fácilmente se encontrarán pastando algunas cabezas de ganado de la zona. El recorrido acaba en Puebla de Lillo, al lado de la Casa del Parque del Valle del Porma, donde se pueden visitar varias exposiciones y un punto interactivo con una visita virtual e información de interés. La normativa del parque prohibe la práctica de la acampada libre, introducir especies nuevas de la fauna salvaje y la flora silvestre, hacer fuego, hacer ruido y circular con vehículos a motor fuera de las vías y pistas autorizadas. Caminar y escuchar el silencio, sólo interrumpido por los pasos del caminante y algún animal, es un regalo a escasos 70 kilómetros de León capital.

Quien recorre la ruta ahora en verano no puede resistir repitirla

en otoño, otra de las estaciones atractivas con itinerarios para escuchar la berrea del ciervo en Puebla de Lillo.