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De viaje a Villamañán

Villamañán es el corazón de una tierra leonesa moldeada por el privilegio de abrazar las vegas mientras se ampara en el Páramo; ese lujo para el viajero se muestra espectacular en otoño, entre los ocres de las viñas después de los racimos, de los maizales que esperan cosecha, torres esbeltas para la devoción y ermitas íntimas para el culto.

Todo lo que ofrece Villamañán se resume en tres conceptos indispensables para el visitante: historia, patrimonio y tranquilidad. Por eso Villamañán y su municipio hacen acopio de costumbres y fiestas de la esencia de un León que se asoma al sur sin perder el norte que le inspira, que bebe de las vegas mientras se recuesta en la línea del Páramo, que destella verde albahaca en verano y ofrece calma en la mirada entre los viñedos ocres del otoño. Villamañán espera al viajero por un camino que no tiene pérdida.

León

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La historia colocó a Villamañán en ese lugar de privilegio desde el que puede rendir honores a la vega mientras recuesta la cabeza en la almohada del Páramo, allí donde mejor se extiende la cobertura de los sueños, lineales, limpios, a la mano del hombre que ha transformado este enclave leonés en un punto de encuentro; viaje a Villamañán, del horizonte homogéneo del regadío al peinado sinuoso de los viñedos, que moldean al paisaje a gusto de los ojos que lo contemplan, cuando el visitante toma desde la A-66 el leve descenso del escalón de la azotea de la meseta hacia esa discreta sala de estar con todas la comodidades de palacio; la que le protege igual de los extremos de la ventisca del norte en invierno que del solano estival, el que abanica el viento de medio día que arranca de las turbinas y las choperas del Esla, en la cara del saliente del sol que refleja en el espejo de la cabecera de este municipio.

Siempre es buena hora para llegar a Villamañán, con las artes urbanas en la pausa de mitad de una campiña, verde a rabiar por los cultivos frondosos durante los meses del verano, cautivador con los ocres otoñales que salpican los viñedos después de los racimos. Villamañán es tierra agraciada tocada por el dedo creativo de las vides, donde prendió y echó raíces el albarín, el concepto inspirador de los nuevos retos de la DO León, que aglutina lo más dulce que ofrece esta tierra de León. En mitad de ella, Villamañán, donde emerge indomable y esbelta la torre de la iglesia, como si el viajero, en esa holgada orilla derecha de la vega más extensa de León se hubiera topado con un capítulo de la Toscana, como un verso suelto provenzal. Esa torre, que rompe la línea del cielo y lo atrapa contra el suelo que pisa Villamañán, entre un entorno urbano que transporta a los mejores referentes arquitectónicos, cuidados al detalle, conservados con el cariño de sus habitantes. La plaza mayor de Villamañán es digna de una parada amplia, sin tiempo y sin reloj, para ver cada uno de los edificios que congelan el origen y el futuro de la localidad, cada cual entregado a las advocaciones que marcan el calendario de efemérides y fechas señalas que celebra la localidad, entre parada y fonda de las festividades con las que honran al patrón, San Antonio de Padua, la encomienda a la Virgen de la Zarza, o a San Marcos; con su ermita, otra joya arquitectónica del municipio, además de altar que convoca al culto mariano de la virgen de septiembre. Y con la fiesta, un legado etnográfico envidiable, por la implicación vecinal y la aportación cultural que trae hasta nuestros días la muestra de un legado que diferencia a Villamañán en León. El paloteo, una demostración de danzas ancestrales europeas derivadas de antiguas danzas guerreras, en ese triángulo del territorio leonés que encumbra la muestra de bailes seculares, tan vistosos para el espectador, con los danzantes de un impoluto blanco entre la estela de los ribetes de lazos y cintas. Villamañán también le rinde homenaje al pan y al queso, en ese reparto popular del encuentro vecinal con motivo de San Marcos, que cada 25 de abril saca a la superficie los conceptos de la esencia. Pan y queso en una tierra de viñas y bodegas, como delata esta culminación de octubre con el manto de paleta de colores del expresionismo del sur leonés, entre el amarillo y el morado de las hojas que hasta hace nada daban sombra al fruto, algunas aún en esa expresión del granate pálido, como quien guarda del luto mientras la uva se hace mosto en los lagares. Así se amplía el ángulo del viaje a Villamañán cabecera de un municipio con cuatro localidades (junto a Benamariel, Villacé y Villacalbiel-San Esteban).

El horizonte del regadío, el peinado sinuoso del viñedo; un lugar de privilegio que alivia los pies en la vega y recuesta la cabeza en los sueños del Páramo; Villamañán. No hay pérdida

Todo lo que ofrece Villamañán se resume en tres conceptos indispensables para el visitante: historia, patrimonio y tranquilidad. Por eso Villamañán y su municipio hacen acopio de costumbres y fiestas de la esencia de un León que se asoma al sur sin perder el norte que le inspira, que bebe de las vegas mientras se recuesta en la línea del Páramo, que destella verde albahaca en verano y ofrece calma en la mirada entre los viñedos ocres del otoño. Villamañán espera al viajero por un camino que no tiene pérdida.

Todo lo que ofrece Villamañán se resume en tres conceptos indispensables para el visitante: historia, patrimonio y tranquilidad. Por eso Villamañán y su municipio hacen acopio de costumbres y fiestas de la esencia de un León que se asoma al sur sin perder el norte que le inspira, que bebe de las vegas mientras se recuesta en la línea del Páramo, que destella verde albahaca en verano y ofrece calma en la mirada entre los viñedos ocres del otoño. Villamañán espera al viajero por un camino que no tiene pérdida.

Todo lo que ofrece Villamañán se resume en tres conceptos indispensables para el visitante: historia, patrimonio y tranquilidad. Por eso Villamañán y su municipio hacen acopio de costumbres y fiestas de la esencia de un León que se asoma al sur sin perder el norte que le inspira, que bebe de las vegas mientras se recuesta en la línea del Páramo, que destella verde albahaca en verano y ofrece calma en la mirada entre los viñedos ocres del otoño. Villamañán espera al viajero por un camino que no tiene pérdida.

Todo lo que ofrece Villamañán se resume en tres conceptos indispensables para el visitante: historia, patrimonio y tranquilidad. Por eso Villamañán y su municipio hacen acopio de costumbres y fiestas de la esencia de un León que se asoma al sur sin perder el norte que le inspira, que bebe de las vegas mientras se recuesta en la línea del Páramo, que destella verde albahaca en verano y ofrece calma en la mirada entre los viñedos ocres del otoño. Villamañán espera al viajero por un camino que no tiene pérdida.