Cerrar



Una ceremonia de lumbre y fruto

Llega el tiempo de difuntos. No todos santos. Ceremonias y tradiciones, muchas ancestrales, avivan el fuego para acunar recuerdos de los que se han ido, también para esquivar a los malos espíritus. En León la güeste y los filandones avivan la llama del temor en las historias. Los fogones aprovechan el fuego. Es tiempo de magostos, ajo y dulces huesos. El miedo no aplaca la gula

León

Creado:

Actualizado:

C uando las ánimas rondan por los caminos los fogones se ponen al rojo vivo. La llama purifica y protege el espíritu, mas proporciona también alimento al cuerpo. Bien aderezada con los frutos de temporada. Los que ofrece la naturaleza y aquellos a los que da forma la repostería tradicional. Llega el tiempo de difuntos. A los santos se les recuerda y venera. A las almas en pena hay que guiarlas en un camino que libre a los vivos de pesadillas y males. En León esta siniestra procesión la forma la güeste, la Hostis Antiqua que se aparece en el viaje de caminantes despistados, o en los lugares donde alguien está a punto de fallecer. En los hogares y comunidades se avivan fuegos y se adornan terroríficos filandones. Un miedo calmado con buen yantar. De los frutos de la época, de los dulces más tradicionales. Temor con el estómago lleno y la superstición saciada.

Quizá la más atávica de las costumbres leonesas relacionadas con el tránsito entre la vida y la muerte sean los magostos. En zona de castañas, claro está. Habituales del 1 de noviembre (Día de Todos los Santos) al día 11 (San Martín), hoy más extendidas en el calendario, son las fogatas y sus ceremonias que se convocan colectivamente y se relacionan con las fiestas de culto a los muertos de raíces celtas.

Es el magnus ustus, el gran fuego que en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre hacía más fácil transitar del mundo de los vivos al de los muertos. Ahuyentar a los malos espíritus y guiar a las ánimas en su camino requería de pócimas y ceremonias en las que lo popular y al final lo religioso acabó mezclándose.

Aunque ahora carece de fecha concreta de celebración, no hay localidad berciana, el paraíso de la castaña, ni familia numerosa que no se agrupe en torno a la hoguera para poner en práctica las protecciones espirituales... o al menos disfrutar las gastronómicas. En su mayor parte se han perdido rituales como dejar el fuego de la casa encendido y los alimentos y dulces sobre la mesa para aliviar a los difuntos de casa, pero la agenda de magostos (acompañados de vino, chorizo, orujo, música, y cuanto al espíritu de los vivos reconforta) permanece bien nutrida en el calendario.

En los días de los muertos celebra también Santa María del Páramo su feria de la tapa del ajo. Tradición en apariencia sin más pretensiones que calmar los estómagos en estas fechas con lo disponible: caldo de carne, miga de pan, pimentón y mucho ajo. Sobre rebanada de pan. Si en el campanario tocan a muerto, como hacen en tantas localidades leonesas estos días, mejor acompañamiento para dar cuenta de un manjar típico, y también de disfrute colectivo, en estas fechas de rituales, creencias y exorcismos.

La calabaza, abundante en estas fechas y propia de muchas huertas leonesas, no guarda en la tradición local especial relación con los ritos vinculados a los que se fueron y los que alcanzaron el cielo. Más allá de la puesta en valor del humilde fruto gracias a tradiciones foráneas, de gran predicamento y no pocos horrores en los últimos tiempos, la calabaza forma parte de los postres caseros desde que el tiempo es tiempo.

Sí se suma León a los más arraigados dulces de estos días, explotados hasta la extravagancia por la diversificación del marketing comercial, pero recordados en las fórmulas antiguas de los fogones de las abuelas. Los humildes buñuelos de viento (harina, agua, azúcar y huevos), hoy con los gases expulsados a base de rellenos de todo tipo. O los huesos de santo, en su día mazapanes elaborados con ingredientes básicos y con humilde forma de achatada tibia, que por algo se comían estos días. Si acaso enriquecidos con yema. Nada que ver con el surtido de rellenos actual.

La tapa de ajo de Mansilla de las Mulas, otra tradición.medina

Los buñuelos, uno de los postres más demandados.s. pérez

Huesos de santo, el dulce recuerdo.s. pérez

El fuego, parte fundamental de la ceremonia.ana f. barredo