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De encajes y máscaras

Entre el esplendor del otoño, las raíces de la cultura tradicional y el lenguaje culto del encaje son la opción de dos pueblos singularmente repoblados en Cabrera Alta. Villar del Monte y Valdavido cuentan con un tejido social y cultural insólito que se ensancha en nuevos proyectos

Edificios únicas en La Cabrera.ANA GAITERO

León

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Que La Cabrera resurja, luche por la recuperación y por evitar la desaparición». Las palabras del alcalde de Truchas, pronunciadas durante la Feria del Libro de Cabreira de este verano, resuenan con ímpetu en dos pueblos de este municipio de Cabrera Alta. Villar del Monte y Valdavido, a entre 100 y 110 kilómetros de la capital leonesa, son dos ejemplos del resurgir y la lucha por salir del escenario de la despoblación. Francisco Simón habló en un evento cultural que surge de la base. El Instituto de Estudios Cabreireses (IEC) estimula y visibiliza la creación en ‘Cabreira’ y atrae a este foro de agosto a escritores y escritoras de comarcas hermanas, como Sanabria, en Zamora, o la Valduerna en León.

Desde León a La Bañeza y luego a Castrocontrigo, hay que tomar la dirección a Truchas donde . La Cabrera comienza, oficialmente, después de atravesar Morla de la Valdería. Poco, después, a la derecha, se encuentran los desvíos a Pozos y Manzaneda, los dos primeros pueblos de la comarca que, en parte alta, está atravesada por el curso del río Eria.

A apenas unos kilómetros se encuentra, a la izquierda, Villar del Monte. Una pequeña carretera lleva hasta la plaza Concha Casado, recuerdo perenne a la precursora de la recuperación de esta aldea, la filóloga y etnógrafa que fue reconocida como Hija Adoptiva de Cabrera.

Dos iniciativas públicas inéditas, como fue la reparación y enlucimiento de los corredores de la plaza y el teitado de un conjunto de pajares, fueron el punto de partida. Pero fue el desembarco de Natividad Villoldo, y su empeño en abrir en este pueblo una sede del Museo del Encaje de Tordesillas, en la conocida como ‘casa del horno’, lo que animó a nuevos pobladores a establecerse en Villar del Monte. El doctor Brian Jeffery dejó atrás el bullicio de Londres para instalarse en la antigua casa rectoral tras una ardua restauración, el antropólogo José Luis González Llamas, que adquirió la casa de la chimenea-pagoda, el lutier Germán González Llamas y su pareja, Isabel... y el matrimonio belga de Nadine y Pieter Pawels, que pasan temporadas en verano, son el núcleo de una actividad cultural y social que ya tiene su reflejo en obras comunitarias lideradas por la Junta Vecinal.

En otoño, acercarse a Villar del Monte tiene el aliciente añadido de su extraordinario paisaje. Un paseo entre los pajares, por los que hay que lanzar un SOS a Patrimonio para evitar su ruina, sumerge al visitante en una belleza que el arroyo que baja desde la montaña multiplica con su fluir sobre las piedras arrastrando las hojas amarillas como a pequeñas embarcaciones de la efímera estación.

Villar del Monte tiene paisaje y encaje, arquitectura tradicional y etnografía viva. En el Museo del Encaje se pueden ver desde soles de Salamanca y Astorga a frisados de Valladolid o encajes de punto de España auténticos o reproducidos por sucesivas generaciones de encajeras formadas por Nati Villoldo. Una colección de 50 paños de ofrenda de Cabrera hablan de la riqueza textil de esta comarca a la que llegaron los bordados hispanomusulmanes, bordaduras de estambre o hilos teñidos. También el encaje contemporáneo tiene hueco en este museo que forma parte de la red de museos oficiales de Castilla y León. En la antigua carpintería de la plaza, Nadine Pawels ha habilitado una sala para encaje contemporáneo en la que se pueden ver los bolillos tradicionales belgas. La Casa del Ayer es una vivienda abierta al pasado de Cabrera, donde los muebles y el llar se conservan como los dejaron los vecinos cuando se fueron a la emigración. Otro bocado exquisito de Villar del Monte es contemplar el monte con la casa de la chimenea en forma de pagoda caminando por un sedero flanqueado por castaños, tras pasar por La Portilla, el centro turístico, y ver las fotos recogidas de la vida antigua.

Con tiempo y ganas, Valdavido es otra parada espectacular en Cabrera Alta. Este pueblo se repuebla sobre el eje de la biodiversidad y la astronomía. El 23 de noviembre ya tienen nueva cita para una repoblación con árboles autóctonos. Y pronto se abrirá el Centro de Cultura Tradicional en la que el visitante será recibido por la colección de Mascaradas del Instituto de Estudios Cabreireres. Este nuevo museo cuenta con una sala dedicada a Concha Casado, otra a los pintores de Cabrera Pilar Ortega y Seve Carbajo, que se instalaron hace más de 50 años en Truchillas. Un espectacular telar es el centro de atención de la sala dedicada a las artesanías textiles en la vivienda anexa. Cabrera Alta celebró el 2 de noviembre el encuentro del otoño en torno a un magosto popular y cultural en el que las palabras y la cultura precedieron a la degustación de las tortillas del tradicional concurso y, por último, las castañas asadas en el bombo sobre la hoguera en el patio de la escuela. En Cabrera hay un otoño multicolor por descubrir.