valverde

E s un goteo incesante, una llamada interior que pocos saben explicar de dónde viene exactamente, un recorrido del alma y del cuerpo que mientras castiga a uno reconforta fielmente al otro. Un Camino de Santiago histórico que se hace aún más grande a su paso por la provincia leonesa y cobra otra dimensión cuando se cuela en el municipio de Valverde de la Virgen. Y no es que lo diga yo, sino que así lo atestiguan cientos de peregrinos casi a diario. «Sólo contemplar el santuario en La Virgen del Camino justifica todo el esfuerzo», me decía una turista hace apenas siete días. «Hay algo sobrenatural en este lugar», puntualizaba después.

Pero más allá de milagros físicos o morales, hay un dato irrefutable que apoyan propios y extraños; la Ruta Jacobea se cuida «y mucho» en todos y cada uno de los pueblos que conforman este municipio. Albergue, tramos, hostelería, patrimonio cultural y religioso, servicios de información... Todos caminan en la misma dirección conscientes de que los peregrinos son parte de su historia diaria. Y así quieren que siga siendo. El esfuerzo del Ayuntamiento por escuchar a todos y mejorar el Camino es constante, sobre todo en los últimos años.

Las diferentes ramificaciones que surgen justo desde La Virgen ayudan al caminante a conocer cada uno de los rincones que se extienden a lo largo y ancho de este territorio antes de emprender de nuevo la marcha rumbo a Hospital de Órbigo, Astorga hasta cruzar los umbrales del Bierzo.

La basílica se antoja descomunal a la vista tanto por dentro como desde su fachada principal. El entorno ayuda a meterse en el papel. En ese momento poco importa el motivo del viaje, algo despierta, nada vuelve a ser lo mismo después de alcanzar la redención. Más de un siglo después, la que fuese nombrada patrona de la región leonesa continúa haciendo su labor, en silencio, sin darse importancia, pero presta a interceder por quienes le pidan como hijos a su madre.

La estancia en el municipio de Valverde convence al turista de que comodidad, buenos alojamientos, restauración, arte, actividades lúdicas, cultura y paisajes donde alejarse del mundanal ruido —entre otros antojos— conviven aquí en perfecta sintonía, como si fuese lo habitual. Pero no lo es. No en todos los lares por los que atraviesa esta ruta. Así que es imposible no agradecer la hospitalidad y el trabajo bien hecho que nace de este singular municipio leonés.