Paro: un optimismo que debe ser administrado con mucha cautela
Julio volvió a dejar un balance agridulce en relación con la situación del mercado laboral en la provincia. Si por un lado registró una bajada del paro de 549 personas en todos los sectores productivos —un 1,94% menos con relación al mes anterior, frente a 1,61% respecto al de 2018—, por otro mantiene en 27.714 la cifra total de desempleados. Una vez más, los servicios vuelven a salvar la situación creando la mitad de esos puestos de trabajo, si bien es cierto que los demás sectores siguen comportándose de manera aceptable. A nivel nacional, en cambio, la reducción de 4.253 parados en ese mes es el peor dato intermensual desde julio del año 2008. Y eso con el agravante de la baja calidad del empleo que se genera, la precarización, la temporalidad y la estacionalidad, siempre vinculada a los servicios del verano. Traído el terreno más próximo, no se puede obviar que los servicios públicos en Castilla y León perdieron —y siguen sin recuperar— miles de trabajadores en actividades básicas como la sanidad, la educación o los servicios sociales en un momento en lo que se exige es recuperar las plantillas anteriores a la crisis. Es cierto que a nivel general el pausado pero constante ritmo de la caída del desempleo en la provincia invita al optimismo, sobre todo en relación con la media de Castilla y León. Por lo tanto, el lógico optimismo que se derive —1.551 parados menos que hace un año— debe ser asumido con la cautela que exigen esas casi 28.000 personas que siguen buscando una oportunidad laboral. De manera que lo que cabe reclamar ahora es estabilidad política y desbloqueo institucional. Y dinamizar la actividad económica y el empleo tras demasiado tiempo ya en el congelador. Editorial: Más que música y deporte en la montaña