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Ahora van a solucionar el problema de asistencia en sanidad con el dedo índice sobre la cabeza de los médicos; un dedo índice como la estrella de los magos de oriente; un haz fosforito de luz, un aquí, estos son, para que se vea bien claro y desde lejos que si hay en León un grupo mayúsculo de personas (que suman tanto como la mitad del censo de Ponferrada) a la espera de cita en atención especializada, es por culpa de los médicos, empeñados, como se sabe, en no pasar consulta. Por eso, un chivato que verifique la productividad. Brillante idea, que pide a gritos una patente y abrir franquicias; por ese camino, del incremento de la delincuencia tendrá que dar cuentas el policía; del incendio, el bombero; de la salsa, el pan. Lo más duro de la política es ese momento en el que obliga a renunciar a todos los principios que empujaron a llegar a ella; como que vomita en un vómito inducido por el propio vomitado. Y, así, puedes encontrar a un tipo tostado en pleno verano por la realidad que no más allá de mayo iba a poner patas arriba. Los trajes empiezan a quedar grandes después de la sesión de investidura y la camisa no alcanza al cuello. No hay chasco más cruel para un votante; esa burla del prometer, hasta meter. Se hornea con los mismos gestos y hechuras de quien fue desalojado; el cambio era esto; hacer lo mismo. Para las víctimas del desengaño: siempre es mejor sorprenderse que decepcionarse. Lo habrán comprobado los mismos médicos; algunos, obligados a apartarse al salir de una de esas guardias que hacen como churros, por encima del umbral que recomiendan los países occidentales, para que no los atropellara la revolución que los trata de convertir en inductores del caos que sólo tratan de solventar; de hecho, no hacen otra cosa que empeñarse en solventarlo. Ese caos latente no se puede disimular ante el que recurre a un centro sanitario. Todo este follón, que es un día de la marmota en el relato de los momentos hospitalarios, se agrava en León por ese tufillo que viste lo que pasa por la batidora de la administración autonómica: los que deciden qué medios y cuántos medios disponen para esta tierra de mortales penitentes jamás de los jamases se van a ver en la necesidad de tener que ser sanados aquí.