Feminismo discriminador
Ayer, por la mañana, el ordenador vomitó dos noticias relacionadas con la discriminación de la mujer: por un lado, en Irán, tres mujeres eran condenadas a 55 años de cárcel por el terrible delito de quitarse el velo, y, en Cuenca, dos mujeres eran liberadas, porque las habían secuestrado como esclavas para ejercer la prostitución. Dejemos lo de Irán, que cae lejos, y entra dentro de la teocracia más brutal e incomprensible, y fijémonos en ese insoportable goteo que casi todos los meses nos evidencia y nos demuestra que, en pleno siglo XXI, en un país libre y democrático, como es España, se ha instalado una floreciente explotación de trata de blancas. Por los abundantes y esparcidos clubes nocturnos de carretera, por los tugurios de las ciudades, docenas de mujeres son amenazadas, aterradas, extorsionadas para que sus cuerpos estén dispuestos al placer del cliente, a cualquier hora del día o de la noche. No creo que pueda subsistir este nauseabundo negocio sin la complicidad de alguna que otra oveja negra, o cabrito oscuro, que esté dentro de los admirables cuerpos policiales. Ni me parece posible que, entre los clientes de esos clubes perdidos por las carreteras, no haya alguna autoridad municipal, alcaldes o concejales, machos por supuesto, que formen parte de la demanda y miren hacia otro lado. Estadísticamente, racionalmente, es imposible. Así que creo que el ministro de Interior en funciones, tan sensible con las minorías, tan estúpido en sus declaraciones sobre sus falsos paseos por la Gran Vía, con la cartera cambiada de bolsillo (ni el admirado Rubalcaba paseaba sin escolta y, mucho menos, por la Gran Vía) podría dedicarse a perseguir esta vergüenza de la trata de blancas. Claro que están muy ocupados protestando porque Aguado ha dicho que Pajín y Aido eran unas incapaces, y lo llaman machismo. Pues no: su formación, que cabía en un confetti, y sus acciones, demuestran que fueron incapaces. Incapaz puede ser macho o hembra. Todo lo demás es feminismo de escaparate.