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Si algo demostró el bronco pleno parlamentario del jueves es la imposibilidad de acuerdo de la izquierda. Pero también, y que tome nota Pablo Casado, la inviabilidad de su apuesta por ‘España suma’. En un clima claramente electoral, Noelia Verá, portavoz de UP, no escatimó críticas a la labor del Gobierno en la crisis del barco de refugiados Open Arms y, aunque no le faltaron razones, se excedió en el tono. Solo la agresividad de Cayetana Alvarez de Toledo, representando al PP, y comparando a Carmen Calvo con Salvini, logró que los presuntos socios de coalición de Gobierno se dieran una tregua.

‘España suma’ es una entelequia porque ayer, Inés Arrimadas, que se estrenaba como portavoz de Cs, intentó, diferenciándose en el discurso y las formas, restar protagonismo a Alvarez de Toledo. Y otro tanto hizo Abascal de VOX, que consiguió enmudecer a la mitad del hemiciclo con sus barbaridades xenófobas. Lo que demostraría que cada uno va a lo suyo; fundamentalmente a contentar a su electorado, por si acaso hay nueva cita con las urnas.

Albert Rivera, que reapareció ayer en el Congreso, saludó amigablemente a Casado pero no hizo ni una mención a sumar siglas y, además, permitió que su mano derecha, Arrimadas, se midiera con el PP. No sería un buen «negocio» para la formación naranja, salvo en el País Vasco donde no tienen ningún representante en las instituciones, quedar diluidos en un conglomerado de derecha radical con VOX forzando sus proclamas.

Y, en cuanto a la izquierda, la situación se acerca a la catástrofe. La Rioja y las dificultades de formar el ejecutivo pueden servir de espejo. Porque en Logroño, una vez investida presidenta la candidata socialista, es la gestora de Podemos la que se niega a que su única diputada sea consejera.

No es de extrañar que el diputado Simancas, viendo el panorama de agresividad en el Congreso, exclamara desde la tribuna: «no se puede ser Gobierno y contra gobierno a la vez», dirigiéndose a Podemos.

Porque lo que el pleno demostró también es que, no solo hay divergencias en la gestión política, si no que el apoyo de los diputados de Iglesias a la investidura sin la contrapartida de la coalición va a resultar inviable. Si apoyaran y al día siguiente se dedican a hacer oposición, como este jueves, la legislatura sería un fracaso. No se puede gobernar con 123 escaños que tiene el PSOE y todo el hemiciclo en contra. Así no se consigue sacar adelante ni un proyecto de ley. Se comprende que Sánchez e Iglesias no vayan a reunirse hasta la segunda semana de septiembre. Total, ¿para qué?