Cosas de la involución humana
Lo que está pasando con la listeria es asqueroso. Todo un razonable escándalo el que se ha montado por un brote que todavía no ha terminado y que no sabemos lo que nos deparará porque cada día salen nuevos datos que no hacen más que alimentar la polémica. Parece un caso de otro planeta, o más bien de otra época. Aunque, claro, esto es otra muestra más de la involución en la que vivimos.
Carne mechada, envasada en plástico, infectada, que se ha cobrado ya varias vidas y que ha afectado a centenas de personas. No tengo ni idea de quién es la culpa, ni tampoco me importa porque buscar culpables quizás calme ánimos, pero no atenúa el problema. Un asunto de salud pública que tendría que quitar el sueño a muchos responsables, pero que volverá a quedar en una pesadilla pasajera. Lo mismo ocurrió en su día con las vacas locas. Fue tremendo también aquel escándalo que duró meses, pero que pasó y que ahora forma parte del pasado. Y ocurrirá lo mismo con la listeriosis. Eso, si, vino a salvar agosto en lo que a noticias y actualidad se refiere. La ‘silly season’ o temporada tonta de un mes seco informativamente hablando se vino arriba con un asunto que ha suscitado mucha polémica y que está plagado de acusaciones de unos a otros que no van a ningún sitio.
Lo que está claro es que una cosa así no puede ocurrir. No puede ser que una empresa de alimentación venda productos en mal estado que sean capaces de generar algo tan gordo como lo que está ocurriendo, con víctimas mortales. No puede ser que no haya mecanismos públicos suficientes como para detectarlo a tiempo y no puede ser que ahora nos enteremos de cosas que han pasado hace semanas y que no nos contaron para no suscitar más recelos y generar una alarma todavía mayor.
Las intoxicaciones alimentarias se están haciendo fuertes y quizás, sólo quizás, también se deba a que nuestra forma de alimentarnos también esté cambiando, así como la manera que tenemos de producir los alimentos. Comentaba alguien el otro día que ahora es difícil encontrar comida de verdad porque no te la sirven sino que la tienes que buscar y, a veces, a conciencia. A lo mejor tenemos que cambiar también nosotros y hacer lo mismo con nuestras costumbres para evitar que algo así vuelva a suceder.