Stonehenge sumergido
Le llaman el Stonehenge español y es un círculo de piedras megalítico erigido hace cuatro o cinco mil años en los alrededores de Peraleda de la Mata, en la provincia de Cáceres. El dolmen de Guadalperal había sobrevivido todo ese tiempo al aire libre, pero en los años sesenta, la década de los pantanos, la construcción del embalse de Valdecañas lo sumergió bajo el agua.
Ahora, la sequía que sufre el río Tajo lo ha hecho emerger por completo. Y los técnicos han comprobado que en estos cincuenta años el agua ha erosionado las rocas graníticas y el deterioro es importante porque la oscilación del nivel del embalse hace que la piedra sufra un proceso de hidrólisis. «Es como si del cristal se pasase a la arcilla», dice en El Español el geólogo Francisco Fernández de la Valle. La Asociación Geológica de Extremadura ya ha recomendado retirar del embalse los 140 menhires, la mitad de ellos tirados en el suelo, para poder conservarlos.
Le llaman el Stonehenge español, sí, pero el crómlech megalítico situado en mitad de una inmensa pradera de hierba en el condado de Wiltshire, en el sur de Inglaterra, está a años luz del dolmen de Guadalperal. Stonehenge es Patrimonio de la Humanidad, uno de los monumentos más visitados, más cuidados y más respetados de Gran Bretaña. Cuenta con un centro de recepción de visitantes donde uno puede comer, llevarse un recuerdo, y esperar la salida de los autobuses que cada diez minutos acercan a los visitantes al círculo de piedras, uno de los mayores enigmas de nuestra prehistoria.
En Guadalperal ocurre todo lo contrario. A pesar de que uno de sus menhires más altos podría incluir un primitivo mapa del río Tajo grabado en piedra, no lo hemos cuidado ni respetado, ni se puede visitar, porque Franco inauguró allí un pantano.
Nunca lo hemos puesto en valor. Sabemos que está ahí desde que en 1926 el arqueólogo alemán Hugo Obermaier lo descubrió. Posiblemente sea un templo solar. Y seguramente merezca ser Patrimonio de la Humanidad. Aunque el reconocimiento de la Unesco, visto lo que pasa en el yacimiento de Las Médulas, que vive en un eterno tiempo muerto sin que las administraciones se pongan de acuerdo para gestionar toda la atención que despierta, no sea ninguna garantía de éxito.