¿Un ‘León central’?
Como usuario habitual del puente de la Junta me pregunto con frecuencia quién lo ideó y pagó. No es precisamente una obra medieval. Más bien corresponde a la fase de desarrollo urbanístico de su entorno y por eso me llama la atención que en la zona de Eras enlace con grandes avenidas y rondas y en el oeste vaya directamente contra un edificio, que sólo evita prácticamente a través de viales que son poco más que ‘callejones’ generando cuellos de botella.
Ahora parece que vamos sin remedio hacia la apertura de una calle por la mismísima puerta de Espacio Vías, un centro que fue un enorme acierto al convertir las viejas cocheras de Feve en el que probablemente es el punto cultural-musical más activo de la ciudad. Pero le van a cercenar su plaza, hacia la que se prolongan las actividades o al menos los accesos y salidas de personas.
La vida en las ciudades es mutable. Se transforma a golpe de decisiones que cambian las cosas de un modo que de origen incluso es difícilmente previsible. La mejor prueba son las peatonalizaciones que tan de moda se pusieron allá por 1995 en toda España. Transformaron el paisaje pero también el paisanaje. Nada es igual. Pero han pasado 25 años desde entonces y sorprende que en León nos digan que el Plan de Movilidad vigente es de 2009 —han pasado al menos dos mandatos municipales— aquel que tenía como eje vertebrador el tranvía llamado deseo.
La calidad de una ciudad tiene mucho que ver con la comodidad con la que se vive en ella. En León lo del transporte urbano nunca terminó de conformarse de un modo útil, quizá porque la inclusión de la zona metropolitana duerme el sueño de los justos, mientras los conductores de los rojos y los azules se saludan en cada cruce.
Los más veteranos pueden dar fe de los cambios en el tráfico. Cada modificación en la ciudad genera una transformación en la movilidad que hay que atender. Repensar las cosas siempre es bueno. En Santo Domingo existe un ‘tapón’ para los peatones para el que se anuncian mejoras. La ORA fue polémica pero facilitó que todos pudiésemos aparcar donde unos pocos acaparaban las plazas dejando el coche meses enteros. Pero no llega. En el centro mucha parte del tráfico son coches buscando un espacio. La apertura de alternativas con aparcamientos disuasorios rebajaría también la contaminación. Hay que repensar las cosas.