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Termino mi ciclo de lecturas de verano, dedicado a libros y autores de los que ya apenas se habla. El tiempo no hace cribas, son las editoriales. Chesterton y Zweig vuelven a vender miles de ejemplares. ¿Qué ha cambiado? Nada, simplemente, sus obras han vuelto a ser reeditadas. La calidad hace el resto. He leído de Gironella, más relegado que olvidado, Japón y su duende . Excelente. Y Todos bajo el cielo , de Pearl S. Buck, a quien no se la perdonó ganar el Nobel. Esto nos cuenta: un matrimonio formado por un estadounidense y una rusa abandonan China, tras el triunfo de la revolución comunista. Tienen dos hijos a los que han enseñado la importancia de la tolerancia hacia las razas y la diversidad cultural. Se instalan en el sur de Estados Unidos y él decide dar conferencias para difundir los valores del pueblo chino. Regresa desolado de la gira, pues en cada ciudad hay alguien que propone arrojar bombas atómicas sobre China. ¿Les suena el arquetipo?  

He leído también La cárcel modelo , humorada en tres actos, de Arniches y Abati. Estrenada en 1929, me ha hecho carcajearme: Pepe Marculeta, casado y mujeriego sin remedio, tiene la ocurrencia de montarse un guateque erótico con su amante y dos suripantas, en una discreta celda de una cárcel de provincias y con la complicidad del director. La esposa de Marculeta, alma de cántaro y enamorada de él hasta las cachas, se entera de que está en prisión, aunque no por qué, coge a los retoños y se persona allí. El muy carota la convence de que está por motivos políticos. Entonces ella, improvisa una manifestación al grito de «¡Libertad para Marculeta!», y como no la funciona, pues él no está en la quinta galería sino pecando contra el sexto, delinque para que la metan junto a su amado, en esa cárcel mixta tan chic. Para ello, aporrea al señor alcalde. Y al trullo que va, tan feliz. Una delicia de obra… olvidada.  

Por supuesto, existen las jerarquías de calidad, pero también silencios injustos. Papini volvería a tener lectores, si se le reeditase.  

Lo mismo otros muchos autores, en todos los registros. En fin, tres hurras por las librerías, las de nuevo y las de viejo. Mientras tanto: ¡Libertad para Marculeta!, sin que sirva de precedente.