Diario de León

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Creo que terminábamos el segundo plato cuando por la radio escuchamos la auténtica marabunta que se generaba en el Congreso con las palabras de algún parlamentario — pienso que en concreto era Pedro Sánchez—. Mi hija me miró y me preguntó quién armaba tanto jaleo. Le contesté que en esos casos lo habitual es que se unan unos y otros, los partidarios y detractores en una pugna de auténticos hooligans de la política. La degradación del Parlamento viene de antiguo, de bastante antes de que llegasen las camisetas, las rastas y los bostezos con estiramiento de cuerpo entero en pleno escaño.

Pero me temo que cumpliendo los mandatos constitucionales, lo que hacen las Cortes es representar adecuadamente a la calle. Si no fuese así sería complicado entender que los españoles acudiésemos a las urnas periódicamente con papeletas que llevan el nombre de personas que plagian tesis doctorales, que falsifican másteres, que mienten sin pudor incluso en sede parlamentaria, que dan cobertura a quienes atentan abiertamente contra el sistema democrático y de libertades, que se sientan a negociar con terroristas o golpistas, que esconden las corruptelas de los compañeros o incluso las propias, que llegan a organizar guerras sucias con fondos reservados, que espían con el dinero de todos... Sin pinza en la nariz en cuestión de unas semanas tendremos que volver a votar con un cartel sin cambios, y con unos protagonistas que difícilmente serán capaces de solventar nuestros problemas si no han sido solventes para paliar sus diferencias.

Con ese interés egoísta que nos ha llevado hasta este punto es comprensible la tentación de muchos hacia esa abstención que es un agujero tremendo que agrieta todo el sistema. Una sociedad dispuesta a aceptar todo de sus dirigentes acaba comportándose como lo hacen los hooligans, que se dedican a dar voces para acallar al otro cuando únicamente les está sacando sus vergüenzas. «Tensa, que es la mejor herramienta», es la vieja máxima de un sistema político que pasa páginas con tanta celeridad que nos hace olvidar el último episodio enseguida. Allá por abril votamos porque el presidente Sánchez se vio forzado a convocar elecciones tras soliviantar a propios y extraños con su propuesta de nombrar un relator para Cataluña... cuántas cosas han pasado... o más bien qué pocas.

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