Diario de León

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El deporte rey tiene, como todos, muchas miserias que sacudirse de encima. Ser consciente de ellas y abandonar la zona de confort y complacencia sería buen camino para empezar. Parece que una mayoría del todopoderoso negocio no está muy por la labor, pero los pepitos grillos van alzando la voz. Las pepitas, sobre todo. Y se las oye. Vaya que si se las oye.  

La gala The Best de la Fifa fue seguramente mucho de lo que se esperaba, y parte de lo que tiene que ser. Tampoco hubo sorpresas, ni en lo habitual ni en lo (cada vez menos) excepcional. La traca final deja muchos motivos para la reflexión.  

Primero me dejó perpleja el caso de Messi. No en lo deportivo, me da igual a quién se considere mejor jugador o a quién le graben en oro la patadita del año. Por decirlo sin rodeos, me sorprendió la simpleza. Nadie le pide al gran futbolista que dé un discurso a la altura de un Vargas Llosa, y me parece entrañable que él sólo tenga ojos para sus retoños. Pero ¿sólo? ¿No hay más? ¿Coge uno semejante altavoz y... nada? Ni siquiera, y ahí ya alucina una, un guiño o un agradecimiento al Barça y a la afición que seguramente tanto le deben, pero a los que él ciertamente les debe todo.  

Quedaba la guinda. Seguramente nadie esperaba nada convencional de Megan Rapinoe, pero su reflexión de fin de fiesta debería grabarse en las paredes de todos los vestuarios, la entrada de todos los campos, los despachos de todos los directivos. La mejor futbolista del mundo, de quien todos (sobre todo Donald Trump) saben que no tiene pelos en la lengua, no sólo llamó la atención sobre la discriminación sexual del deporte. No sólo del deporte femenino en general, sino de la siempre ocultada diversidad sexual en todo el entorno futbolístico. Señaló también al racismo que ensucia campos y gradas, como puede comprobarse cada tarde de partido. Pero sobre todo arengó al universo entero del fútbol a levantarse y tomar una iniciativa que inexplicablemente sigue dormida. «Tenemos una plataforma increíble que no tiene nadie más en el mundo. Tenemos una oportunidad de usar este bonito juego para cambiar el mundo a mejor. Haced algo. Haced lo que sea».  

El fútbol mueve lo que nada ni nadie más puede. Levanta pasiones y mueve masas. La cuestión es hacia dónde.

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