EDITORIAL | La última palabra está en manos de los comerciantes
El declive del histórico mercado del Conde Luna es ya tan largo como la lista de proyectos que se han anunciado para recuperar el espacio y, sobre todo, la vitalidad que un día tuvo. Ni la plaza de abastos ha dejado de languidecer ni el inmueble ha conseguido adaptarse a las nuevas exigencias de los profesionales y los consumidores. Ahora el equipo de gobierno anuncia un nuevo empujón a esta historia lamentablemente interminable, como hizo la anterior corporación hace casi un año. Es de agradecer que por lo menos lo haga sobre la base de estudios e informes ya realizados, y que en su día se dieron por buenos. Nada ha cambiado tanto que haga pensar que lo que servía hace un tiempo no sea razonable ahora.
De momento, como primer paso, se anuncia una nueva salida a concurso de los puestos vacíos, que según el plan de rehabilitación se reducirán a la mitad en el futuro. Habrá que esperar a ver si las perspectivas del nuevo proyecto animan a los comerciantes a instalarse en la tradicional plaza cerrada. Porque en ocasiones anteriores no ha sido así. Quizá por los bandazos en el diseño del modelo de negocio (se llegó a plantear sumarse a la moda de los gastrobares, que triunfa en otras ciudades), quizá por la desconfianza sobre el éxito que pueda tener la infraestructura común.
Los consumidores vuelven hoy los ojos a los productos de proximidad, a los más naturales y ecológicos, y ahí el Conde Luna debería aprovechar la tendencia. Está en sus manos. Ningún plan revitalizador saldrá adelante sin el compromiso y el empuje de los comerciantes. Ellos son los que tienen la última y definitiva palabra.