Qué mieu
Monolítico bloque, geométrica cuadratura, escuadrón temible abriendo una riada de cien escuadrones más y otras tantas escuadrillas por el cielo, masa uniformada en una sincronía que acojona desfilando entre fervores y clamor unísono de un pueblo gigante, gobernado por una sola voz y hecho a ella. Dicen que hay otras voces debajo, pero son murmullo, boca chica o mordaza enorme.
Hablamos ayer del descomunal desfile militar en la trágica (y gloriosa) plaza de Tiananmén, Pekín, teatral desfile que dejó boquiabierto y muerto de envidia a todo el estamento militar español, que daría un ojo, seguro, por mediover aquí algún día ese fabuloso alarde de amenazante belleza, ese rítmico trueno de un solo taconazo, ese timbal de gloria. Jamás vimos desfile militar de tanta precisión e impecable coreografía. Ni rusos ni nazis lograron el ensamblaje milimétrico de esas tropas de gala; sin duda que en el último año no hicieron otra cosa que ensayar el numerito. Fascinante marcialidad. Tanta, que da mieu, mucho mieu. Eso solo se logra soldando al individuo a un bloque. Es el yo mudo, el oído al parche y un solo dios: el Estado. Su vicario -comunista ¿de ley o por ley?- ya solo se pone la vieja chaqueta cuello-Mao en desfiles; el resto del negocio político lo hace siempre en corbata (roja), la que exigen también los otros negocios, eso único en lo que piensa un chino.
Y esto fue lo que proyectó al mundo el brutal despliegue escénico que tiró por la ventana China en los recientes actos conmemorativos del 70 aniversario de su República Popular, nacida de soltera en 1949, furiosamente maoísta entonces y marxista capitalista hoy, pero cambiando la furia por la voracidad... apabullante imperio... insuperable población: a fecha de hoy, 1.397 millones, 34 españas arrejuntadas, pero sin más cataluñas o pachilandias que un Tibet ya domado por el dragón rojo... ¡hay que joderse con la China Populá!, así la llamaba Carod Rovira (¿qué es de él?, qué raro, no se le ve ni de perfil ni al fondo de ese ruidoso fregao republicano, indepe y soberanista; insólito).