Mundos insostenibles
Insostenible. No lo digo yo. Lo ha asegurado el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, en un foro sobre despoblación. Foro y despoblación son dos palabras que se repelen en una especie de oxímoron difícil de digerir. Por eso sabemos que no hay intención de resolver nada más allá de unos cuantos titulares fatuos e inconsistentes. El problema de la despoblación no es la despoblación. El problema es cómo hacer frente a la parte que queda y que aún se resiste a morir. Ese es el tema. Lo demás, tinta de calamar para que no veamos la solución con la que piensan operar. El partido que ha permanecido atado al mástil del barco mientras las sirenas advertían de que el naufragio estaba próximo nos dice ahora que saquemos el biquini. Esa es la farsa. En los últimos cinco años ni siquiera han sido capaces de llevar internet a los pueblos, condenándonos con ello a una larga agonía en la que los hubo que rezaron para no tener que quitarle la mortaja al muerto.
Sostenible es una palabra que en los últimos tiempos ha mudado su significado original para adecuarse a la realidad menguante que vivimos. La vida en los pueblos hace tiempo que comenzó a perder esta condición. Nadie le prestó atención porque no estaba en la agenda europea. O eso parecía. Cuando los planes contra el invierno demográfico comenzaron a canjearse en planes millonarios comenzamos a conjugar frases imposibles. Laponia española fue la primera. Después llegó España vacía, que se convirtió en un participio en busca de autor. Sin embargo, el desierto había echado simiente muchos años atrás. Todo esto empezó a ser insostenible cuando la telefonía se convirtió en un milagro, cuando el fuego se convirtió en un vecino demasiado cierto, cuando la tienda y el bar que acogían los restos de la vida real tuvieron que cerrar, cuando la edad de los habitantes fue tan larga que el tiempo se convirtió en un lamento demasiado insoportable. La gestación del monstruo ha durado medio siglo. Lo pueden leer —el vicepresidente Igea también— en La lluvia amarilla . Se llama Ainielle. Llévenlo a sus foros vacíos.