Pissss...
Méxiase bien esta sidrina, ho, méxiase bien. Díceslu así y páicele al sidreru halagu puru (lu ye de Pallares pallá). Y es que «beber y mear, todo es empezar» y si se mea mucho es por beber sin duelo como bueyes. El problema ye cuando no hay dónde mexiar y entran ganas horribles de regar el geranio.
En condición de víctima, un hostelero de esta plaza que lleva cincuenta años resistiendo en su vieja y potente restauración me comenta la coña y abuso que supone cada contubernio festivo-municipal que saca a plazas o parques furgonetos, comederos, bebederos, cervezadas, degustaciones... no solo despueblan bares y restaurantes llevándose a la parroquia a pimplar lo suyo en tenderetes o mercadillos papeando morcillas o pijaes (la listeria sonríe), sino que los establecimientos cercanos al jolgorio tienen que ver cómo les entra por la puerta una procesión de incontinentes meones que solo pedirán consumir una cosa: «¿los servicios, por favor?»; mean y se van, o sea, ya consumieron (la paciencia del jefe). Ese día para el bar es una ruina y la caja no abre boca, pero sus meaderos se inflan a «propinas». Hasta que al del mandil se le inflan también los aguantes y coloca en el retrete el cartelito de «averiado» o amablemente envía al carajo al jeta de vejiga apurada por no decirle «a mear a la puta calle», lo que sin duda tendrá que hacer -a falta de urinario público- en cualquier rincón, entre coches, en un portal... o en medio de la calzada si el tío va valiente o atufado sin remedio; y ahí le queda el regalito al mangarriega municipal... pues aunque la ordenanza fija severas multas para los que orinen en la calle, no pasa nada; en esta ciudad tan meona y tabernil las denuncias no llegan a cuatro al año. Y siempre le cabrá al denunciado apelar al tribunal de La Haya por el mismo derecho que gozan los 30.000 perros de capi que pueden hacerlo impunemente meando día sí y día también dónde y cuanto quieren (también cabe decirle al guardia «ojito, jefe, que estoy marcando mi territorio, mi nombre es Tobi y soy animalista»... y a ver si se atreve el guri).