Diario de León

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Se equivocó Benedetti. Es la memoria la que está llena de olvido. Por eso hay olvidos que pueden durar 44 años escondidos delante de los ojos de todos como si fueran el objeto de una trama por resolver que se encasquilla. No existe otra manera de explicar que se den olvidos que por descuido, como dejar al verdugo enterrado a los pies del altar con la espadaña de la cruz en todo lo alto y las víctimas en el sótano por si alguien se confunde de quiénes fueron los vencedores, cuando la realidad es que no los hubo. Los olvidos se arrastran cargados de infamia cuando se enseña a los familiares qué tienen que recordar, cuál debe ser el espacio de su dolor para que no interfiera en el pacto de silencio, cómo tienen que honrar a sus difuntos sin encontrar siquiera el rastro de sus huesos, por qué se necesita que olviden lo que pasó hace tanto tiempo que ya no le importa a nadie e impide avanzar, dónde enterrar los nombres de los más de 5.800 represaliados convertidos en muescas en la culata diseminadas por esta provincia.

Quizá tenga razón Sabina cuando advierte de que más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria. Prueben a olvidarlo todo: los muertos, todos los muertos; las cunetas y las vallejas sembradas de margaritas y violetas; las lecciones de la historia que no será necesario estudiar porque ya lo sabemos todo. Cuando nací, el dictador llevaba casi cinco años muerto. No tengo recuerdos condicionados. No tengo historias de abuelos que contar, ni me haría mejor o peor contar historias en las que puedan quedar ocultos vértices de sombra por el reduccionismo de buenos y malos. Pero no se trata de lo que a mí me parezca. Ni siquiera de lo que le parezca a los nostálgicos del franquismo que fantasean con sus tiempos mejores; ni a los románticos de la II República que incubó el enemigo en casa; ni a los herederos cómplices del fascismo de gatillo fácil; ni a los hemipléjicos de las izquierdas como coartada de superioridad moral; ni al Gobierno de Sánchez que programa la operación como una campaña publicitaria de ya son elecciones en el Valle de los Caídos . Se equivocó Benedetti. No es el olvido el que está lleno de memoria. Es la memoria la que selecciona aquello que quiere olvidar. No siempre puede. A veces, se enquista y duele. Entonces, mejor sacarlo fuera. Españoles, Franco ha muerto. No lo olviden. Descansen en paz.

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