El ramal de nunca jamás

No tengo mucha idea de regadíos pero imagino que la peor parte se la llevará el que tenga la finca el último de todos. Al menos antes de que llegasen las nuevas formas agrarias que incluso usan GPS, parece que la supervivencia de los cultivos quedaba a expensas del buen uso o incluso de la honradez de sus convecinos.  

Los ramales es lo que tienen. Que para ver la pantalla o el escenario hay que estirar el cuello mucho y rezar para que no se siente el de los dos metros de alto ni haya tocado de peluquería. Es la diferencia entre ser ramal o arteria. La que quizá no han descubierto en esas plataformas pronoroeste de España a las que, como mínimo, les falta un poquito de ¿chispa?  

Repasando el mapa en cualquier territorio es fácil encontrarse con casos en los que se comprueba que o juegas la partida de tute o te callas y das tabaco —al menos mientras se fumaba en los bares—. La Cabrera, Omaña, Ancares... prueban que si eres un ramal mueres de inanición. Quizá sea un buen ejemplo aquel pujante Riaño al que le llegó la puntilla en forma de pantano, pero que en realidad inició su agonía muchas décadas antes, cuando se abrió la puerto de Pajares y dejó de ser la ruta prioritaria de conexión entre León y Asturias.  

Ponferrada tuvo la suerte de que a mediados del siglo XIX el diputado Isidro Rueda logró desviar la primitiva carretera de Galicia, que iba por Congosto a Cubillos, hacia la entonces villa. Cambió la ciudad al ponerla en el mapa.  

Ahora se nos vuelve a hablar de ramales, en este caso ferroviarios. Con un mapa de España en la mano roza el insulto pensar que el eje desde Palencia hacia Galicia con los sucesivos accesos a todo tipo de lugares y puertos marítimos llegue tan ataviado de pariente pobre. Y lo lamentable es que todo esto se produce en un marco como el que vivimos, cuando esta noche arranca una campaña electoral en la que lamentablemente ya ni siquiera se molestan en prometernos nada.  

Hace 15 años descarriló la vía León-Ponferrada-Galicia hundida al fondo del cajón. Ahora se pide con la boca pequeña, mientras Torneros se diluye poco a poco... El debate no puede ser sí o no. El tema es sí o sí. Y como arteria. No como ramalín... Los elegidos el 10-N serán muy decisivos, como lo fue Isidro Rueda.