Votar a lo leonés
Ahora que voto con más frecuencia que salgo de fiesta, la jornada de reflexión se ha convertido en otro sábado aburrido en el que quejarse de que los fines de semana ya no son lo que eran. Más si cabe cuando cae en noviembre, cuando cuentan los dichos viejos que cualquier palo prende, aunque no aseguran nada de los beneficios del tempero para que germine un Gobierno. Por si acaso, como cuando nos vestíamos para echar la noche por los bares, nos preparamos con la resignación de quien se convence de que, pese a la rutina, pese al salir, beber, el rollo de siempre , como cantaba Extremoduro, quizá esta vez sea la buena. Por qué no, piensas, y pides otra. Puedes llegar hasta el colegio electoral para que haya una solución en Cataluña que tenga al menos un 3% de diálogo, como Pujol manda, o una mano dura que aplique el protocolo 155 que no asegura nada, como se ha visto. A lo mejor, en esta ocasión, te convences de que la papeleta sirve para que se garanticen la sanidad y la educación, que el Estado subcontrató con las comunidades autónomas para que le saliera más barato. Con suerte, te convences de que se blindan las pensiones, que nadie pone nunca en duda, salvo el que hecha los cálculos de lo que queda en la caja y lo que viene por delante, aunque esa letra pequeña no quepa en los programas. La mañana invita a que madrugues con la intención de decidir que la inversión en infraestructuras se planifique dentro de un desarrollo equilibrado, no en una barra libre para ricos chulos que levantan la mano con el cubata vacío cuando quieren que les llenen el vaso de la población, mientras a su lado hay quien se queda seco a fuerza de regalarles el agua. Con el frío que se anuncia, no se pierde nada en creerse de nuevo que la participación cuenta para que la transición justa de las zonas mineras sea además la necesaria, como dios manda, y no la mentira de los cuidados paliativos con la que compraron el silencio de los fondos Miner en otras cuencas ya vacías. El domingo merece la pena para que los discursos que empiezan con ‘primero los españoles’ se identifiquen como lo que son: propaganda xenófoba envuelta en palabras de digestión fácil para estómagos hambrientos y cabezas calientes. Aunque lo mejor, ya que van a hacer lo que quieran, es votar a lo leonés: para que se joda Sánchez; o para joder a Casado; o para que no joda Rivera; o para acallar la jodienda de Iglesias; o para que no nos joda Abascal.