EDITORIAL | Primer acceso de la ultraizquierda a La Moncloa: ¿es para quitar el sueño?

El anuncio del pacto de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias abre el camino hacia una etapa inédita en España. Nunca había existido hasta el momento un Gobierno de coalición en la Democracia. Esa circunstancia, en sí, no es mala. Quizá incluso sea positiva porque en los países con sistemas homologables es frecuente la cohabitación que, si se pone en marcha de la manera adecuada, puede ser un contexto muy enriquecedor y beneficioso para la sociedad.

Pero lo que sí resulta preocupante es que después de cuatro décadas por primera vez accederá a La Moncloa una formación basada en principios extremos. La moderación de UCD, PSOE y PP ha facilitado unos gobiernos con tendencias moderadas y con decisiones que podían ser aceptadas en cualquier país democrático. Resulta singularmente llamativo lo que el propio promotor del pacto y candidato a presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo no hace tanto tiempo sobre que le quitaría el sueño el saber que Pablo Iglesias —con el que se abrazaba ayer— estaba en La Moncloa. El pacto queda pendiente ahora de sumar más apoyos. Y eso es si cabe más peligroso. Vuelve el ‘fantasma’ del Gobierno Frankestein, como lo denominó Ru-balcaba, con el acceso como socios más o menos participativos de quienes cuestionan el sistema, la existencia de España o incluso valores fundamentales para la convivencia y la Democracia.

España necesita un Gobierno, pero no a cualquier precio. Ahora Sánchez sí pone en evidencia que el domingo salió derrotado al perder escaños cuando convocó las elecciones para ganarlos. La disculpa de frenar a la ultraderecha parece argumento sobrevenido. Nadie le dio tanto impulso como su aparato electoral que incluyó la exhumación de Franco y la tibieza en Cataluña.