La matraca de los que ni la leen
El corta-pega es quizá la máxima expresión del analfabetismo funcional, un fenómeno del que nos empezaron a hablar hace mucho pero que ha logrado su plena expansión con la dictadura de los móviles. El hojear del libro se ha visto totalmente sobrepasado por ese ojear que permite, moviendo el dedo, recorrer todo tipo de lugares, conocimientos o imágenes sin ningún tipo de detenimiento. En ese consumismo informativo todo cabe. Y más allá de los vomitorios literales en que han convertido buena parte del mundo digital, existe otro estigma para la educación y la cultura que pasa por ese corta-pega que lleva a que los chavales incluso presenten trabajos en los coles con textos que ni se han molestado en leer.
Es terrible también para los autores de todo tipo de creaciones o para los medios de comunicación... Cualquiera se sirve una ronda del ‘esto no es de nadie’ o ‘total es gratis’ sin despeinarse.
Quizá lo dicho hasta aquí resulte contradictorio con la fórmula que pienso emplear en las próximas líneas. O quizá no tanto porque sería bueno el difundirla para combatir tanta opinión de quienes ni siquiera han leído la Constitución.
Dice en su «Título I. De los derechos y deberes fundamentales». Artículo 27:
1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.
3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
6. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales.
9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca.
Blanco y en botella. O al menos así lo han dicho reiteradamente el Supremo y el Constitucional. Pero seguimos con la matraca. Espero que los autores del texto —representantes de todos los partidos— perdonen el corta-pega. Y el 87,78% que la avalaron. Rubalcaba decía que ese era el verdadero Pacto de Educación que nos dimos los españoles.