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Está igual o más normalizada que la física y es, en ocasiones, mucho más cruel, aunque también más silenciosa. Se hace presente casi sin que uno se dé cuenta, se va abriendo hueco poco a poco, se instala cómodamente en la vida de su víctima y su presencia se hace cotidiana. Es la otra violencia, la psicológica.  

A veces llega sola y otras tantas acompañada de los malos tratos físicos, aunque suele ser la primera en aparecer. Porque maltratar se puede hacer de muchas maneras. La tenemos muy aprendida y sucede todos los días en entornos que tenemos muy cerca. De hecho, es la primera forma de violencia dentro de la relación de pareja de los adolescentes y eso tendría que ponernos los pelos de punta.  

Acaba de estrenarse un corto A quien dices amar , que aborda la violencia psicológica contando la historia de una pareja. La chica le dice al chico que lleva tiempo sintiendo el abuso picológico por parte de él, quien considera que todo está bien, hace chantaje emocional mientras demuestra que su actitud no es la de querer a alguien, sino la de torturarle. ¿A alguien le suena?  

Pero parece que hablar de violencia de género, ya sea psicológica o física, se ha convertido en algo tan normal que el asunto corre el peligro de ser desvirtualizado. Tanto lo escuchamos que quizás estamos perdiendo la perspectiva. Demasiado ruido que nos aleja del foco, de lo importante. Ayer, por ejemplo, Día Internacional contra la Violencia de Género, fue una jornada para reflexionar sobre un problema que nos atañe absolutamente a todos. No se trata de feminismo, es una realidad que conviene que esté muy presente. Todos o casi todos se apuntaron a hacer declaraciones. «No hay que dar ni un paso atrás», «hay que estar unidos contra esta lacra», «no podemos consentirlo.»..., muchas frases con muy buenas intenciones, pero nos faltan hechos reales, medidas efectivas que reduzcan unas cifras intolerables.  

Como siempre, está muy bien hablar, pero hay que actuar. 1.028 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2013, 52 en lo que va de 2019. ¿No es suficiente? Por favor, dirigentes, no nos llenen la cabeza de palabras. Pasemos a actuar de una vez por todas.