Cerrar

Creado:

Actualizado:

¿Qué está pasando en América Latina? ¿Por qué, de repente, hay barricadas, arden los comercios y miles de personas se enfrentan a las fuerzas del orden en Quito, Santiago de Chile, Bogotá o La Paz? Cada conflicto tiene detrás unas causas que remiten a problemas locales. Pero hay un hilo que los une. En el caso de Bolivia las manifestaciones masivas que provocaron la caída de Evo Morales fueron la respuesta al fraude en las elecciones. Tras perder el respaldo de la cúpula del Ejército Morales huyó del país y fue acogido en México por López Obrador, un político que maniobra para alzarse con el liderazgo de la izquierda en América Latina.  

El caso de Chile es diferente. La revuelta y la violencia que sacude al país tiene causas primarias concretas —el incremento del precio de algunos servicios— y otras razones que remiten a la profunda desigualdad de una sociedad que parecía la más desarrollada del Cono Sur. La quema de sedes de entidades financieras y edificios emblemáticos asociados con la élite económica del país destila algo más que rencor social. Un malestar de fondo que se detecta también en la revuelta que desestabiliza la vida política del Ecuador y que parece que va más allá de la pugna entre el presidente Lenin Moreno y su antecesor Rafael Correa. O en Colombia donde los excesos policiales en las manifestaciones están incentivando nuevos disturbios. Hablar de Venezuela es ya una palabra de más. Sus habitantes más desfavorecidos que son mayoría —cuatro millones en el exilio— malviven a la espera de la caída que no llega del régimen chavista de Nicolás Maduro.  

Más allá de las causas locales en todas estas crisis hay un factor común: son revueltas en superficie contra la pobreza o la miseria. Una ira que cursa en forma de protestas violentas contra los gobiernos locales. Pero puede que estén siendo inducidas. A partir de las consignas y lemas de las manifestaciones —clásicas en la tradición izquierdista— algunos analistas han creído ver una instigación exterior.  

Las imágenes que la televisión difunde por todo el mundo llevan un mensaje inquietante. Es la ira de los excluidos. Los perdedores de la historia. El testimonio doloroso y violento de una revuelta que podría acabar saltando fronteras y llegando a Europa.