A cualquier precio
Alfonso Guerra habla de «otro» PSOE para referirse al que hoy controla Pedro Sánchez. Coincide con Felipe González a quien le hemos oído decir que éste Partido Socialista no le representa. Cuando dos de los líderes más representativos que han dirigido el PSOE se expresan de esta manera es más que pertinente preguntarse qué le ha pasado al que todavía hoy es el primer partido político de España en votos y escaños. Lo fácil sería decir que ha sido abducido por Pedro Sánchez, su actual secretario general. Lo difícil es intentar explicar y comprende cual ha sido el proceso de metamorfosis que ha llevado a los dirigentes y militantes actuales a pasar de defenestrar a Sánchez en octubre de 2016 por estar dispuesto a pactar con ERC y Podemos y acabar, cuatro años después, votando masivamente a favor de un acuerdo con Pablo Iglesias quien a su vez actúa como celestina cerca de Oriol Junqueras para procurar el apoyo del partido separatista catalán a la investidura presidencial de Sánchez.
Ya digo que no resulta fácil entender cual es o ha sido el factor de un cambio tan extraordinario como inquietante si nos paramos a pensar en las consecuencias y turbulencias políticas que está a punto de generar en el día a día y el futuro de nuestro país. Las razones de los compañeros de Sánchez en este viaje se comprenden en un abrir y cerrar de ojos: Pablo Iglesias accede a formar parte del Gobierno y convierte en victoria su derrota electoral -Podemos se ha quedado en 35 diputados tras perder más de 600.000 votos-. En el caso de Junqueras, es la salida de prisión. Condenado por un delito de sedición lo que puede obtener, como se comentaba el martes en el Congreso en la apertura de la legislatura, es la libertad express por la vía del indulto. Es una de las cuatro condiciones impuestas por ERC para abstenerse en la votación.
Otra de esas condiciones era que el Gobierno reconociera que la situación en Cataluña es un «conflicto político», no un «problema de convivencia». En el comunicado de la primera reunión entre Adriana Lastra (portavoz parlamentaria) y Gabriel Rufián, se habla ya del «conflicto político» catalán. Si lo reconoce el PSOE quiere decir que lo asume el Gobierno aún estando en funciones. Las cartas están sobre la mesa y Pedro Sánchez está dispuesto a ceder lo que haga falta con tal de coronar su gran ambición: seguir siendo Presidente. A cualquier precio. El PSOE ha dejado de ser el Partido Socialista para convertirse en el Partido de Sánchez. No me extraña que Felipe González o Alfonso Guerra coincidan al señalar que éste no es su partido. Que es otro PSOE.