Diario de León

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¿Cuánto espacio le dedicarán los principales medios de nuestro país al caso de corrupción que afecta a varios exaltos cargos del PNV, uno de los cuales ha sido condenado a trece años de prisión? ¿Cuánto tiempo permanecerá en los comentarios de los analistas, caso de que llegue a ser objeto de tertulias y columnas?

Tengo para mí que la exposición al escrutinio público será breve y en consecuencia el desgaste político para éste partido será escaso. Y eso, a pesar de que según declara probado la sentencia los delitos por los que condena a trece años y tres meses de prisión a Alfredo de Miguel, que fue diputado foral y «número dos» del PNV en Alava, son delitos que van desde el cohecho a la malversación de fondos, tráfico de influencias, prevaricación, falsedad en documento mercantil o blanqueo de capitales. De Miguel que solo cumplirá nueve de los trece años a los que ha sido condenado, no estuvo solo en el juicio.

Junto a él se sentaron en el banquillo otros 26 imputados, 11 de los cuales fueron absueltos. Entre los condenados se encuentran, otros dos ex dirigentes del PNV: Koldo Ochandiano (siete años y seis meses de prisión) y Aitor Telleria (seis años y seis meses de condena).

¿Qué ha dicho la dirección del PNV tras conocer la sentencia? Pues, poco. Lo habitual en éstos casos. En palabras del lehendakari Iñigo Urkullu, las andanzas delictivas por las que han sido condenados los tres ex dirigentes del PNV, fueron «actividades particulares». Lo clásico. Nada podrían haber perpetrado sin abusar de sus posiciones de poder, pero eran «actividades particulares». Estoy seguro que a los lectores éstas o parecidas explicaciones —en realidad intentos de mirar hacia otra parte—, les suenan. Suenan a palabras escuchadas en boca de otros dirigentes de otros partidos con compañeros sentenciados por corrupción. La única diferencia entre unos casos y otros es que éste tendrá una vida efímera en su repercusión mediática. Un par de días. A lo sumo tres, mientras que otros han dado y siguen dando portadas y abriendo sumarios de telediario durante meses y aún años.

Nuestras opiniones y decisiones se basan en la información que disponemos. Por decirlo con palabras de Tzvetan Todorov, premio Príncipe de Asturias, son los medios —en los últimos tiempos, la televisión y las redes— quienes al seleccionar unas noticias en lugar de otras crean los estados de opinión que orientan el debate social dirigiéndonos hacia una conclusión en vez de a otra. Es un problema de doble rasero. Dos pesos y dos medidas. Así nace algo mucho más sutil que las fake news, me refiero a la llamada posverdad.

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