EDITORIAL | Falsas leyendas y realidades que exigen solución
Los problemas que la falta de limpieza de los ríos causa ante avenidas de aguas como las de los últimos días y las cuestionadas decisiones sobre el desembalse en los pantanos son «falsas leyendas», según se defienden los responsables de la Confederación Hidrográfica del Duero, que señalan que frente a episodios de temporales como los que están sucediéndose poco se puede hacer. El organismo responde así a las críticas de los alcaldes, que han achacado buena parte de los desbordamientos a una falta de mantenimiento en los caudales que multiplica los devastadores efectos del agua sin control. Cierto es que la sucesión de violentas borrascas no es responsabilidad de las confederaciones ni otras administraciones, y que la violencia desatada por el agua y el viento es muy difícil de predecir y contener. Y no menos cierto es que quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad de todos no pueden lavarse las manos ni dejar de adelantar soluciones que pongan freno a situaciones que cada vez serán más frecuentes, porque los desequilibrios que provoca el cambio climático son ya más que evidentes.
En la mano de los responsables administrativos está también evitar problemas como el sufrido en La Robla cuando las aguas han arrastrado el carbón a través de las abandonadas explotaciones mineras. Mucho se advirtió cuando la empresa cesó la actividad del peligro de no clausurar cuidadosamente unas instalaciones que desde distintos puntos de la montaña encañonan las avalanchas directamente hacia la población. Ojo también con el enorme cielo abierto. El peligro no es una leyenda urbana.